5 de junio de 2021

Inmortal Lorca

Hablar de Lorca es dejar puntos suspensivos en una historia que parece que todos conocemos pero tiene tantas lagunas, tantas curiosidades..., es tan rica, tan mágica como trágica pero fantástica.
Lorca, Federico García Lorca. ¿Un poeta?, ¿un dramaturgo?, ¿un contador de historias? ¿Uno de los más destacados componentes de la Generación del 27? Sí, efectivamente, eso y mucho más porque a pesar de su corta vida no le faltó intensidad en ella tanto a nivel profesional como personal.

Obra de Checho

Su obra ya tuvo en su momento un gran reconocimiento pero el estallido de la Guerra Civil Española en el 36 y, tal vez, una venganza entre familias —como revancha a la publicación de La casa de Bernarda Alba, donde el poeta criticaba ferozmente y sin tapujos a dos familias: Los Roldán y los Alba, ambas enfrentadas al padre de Federico por rencillas de antaño relacionadas con algún reparto de tierras—, provocaron que acabará detenido y fusilado dos días más tarde en un barranco, al arrullo de una luna que gritaba lágrimas y bajo el lamento de una Granada que volvía a guardar silencio.

Quizá por ello se haya convertido en un símbolo de todos los desaparecidos durante la Guerra Civil.

Una mente dotada de una sensibilidad extrema. Nació  hace 123 años en la media noche de tal día como hoy, al amparo de esa luna que ya no dejaría de llorar. De nombre le pusieron Federico del Sagrado Corazón de Jesús. Su padre era agricultor pero tenía posesiones y dinero. Su madre, una maestra de escuela de modo que su niñez transcurrió, como diría él mismo, en «la obsesión de unos cubiertos de plata y los retratos de una madre que no era la mía. Mi infancia es aprender letras y música con mi madre».

Ilustración de Julio Seijas Gómez

Según contaba su niñera, porque la tenía —Carmen Ramos— sus primeros intereses vinieron de la mano de los títeres y de la música que su madre le inculcaba. Eso dio fruto a su espectacular inventiva aunque lo más destacable y lo que le influyó mucho, y así se refleja en toda su obra, es el paisaje de su tierra. Ello nos lleva desde Primeras canciones hasta La casa de Bernarda Alba, obra que, como he dicho antes, fue, posiblemente, detonante de su muerte.  Pese a ser un «niño rico» tampoco fue ajeno a la injusticia social y de ahí Mi amiguita rubia, incluido en Mi pueblo donde hace mención o rememora la historia de una familia pobre de su pueblo, haciendo especial hincapié en la madre a la que llama «mártir de la vida y del trabajo».

Aunque nunca perteneció a ningún movimiento literario sí que tiene muchas pinceladas del surrealismo en su poesía donde destaca esa asociación extraña de palabras. Fue en su época de estudiante —estudió Filosofía, Letras y Derecho— cuando coincidió, en las famosas tertulias de El rinconcillo, con otros intelectuales, artistas ya reconocidos u otros que lo serían en un futuro dentro de diferentes disciplinas, desde la poesía al periodismo, de la pintura a la política. Primero es en su tierra pero luego, de la mano de un catedrático de su universidad, conoce Castilla y Galicia lo que supone para él un gran enriquecimiento cultural y personal. De estas experiencias nació su primer libro en prosa titulado Impresiones y paisajes, publicado en 1918, acabados sus estudios. Por entonces también publica algunos poemas que darán el sencillo nombre de Libro de Poemas.


Es cuando decide trasladarse a Madrid y se instala en la archiconocida Residencia de estudiantes por la que pasaron y pasarían personajes tan ilustres como Einstein, John Maynard o Madame Curie, muy influyentes en su formación intelectual. Ahí entabló amistad con Luis Buñuel, Rafel Albert, Pepín Bello —altoaragonés como yo, de mi misma ciudad—, Juan Ramón Jiménez o Salvador Dalí entre otros, de quien se dice que fue un amor a grito callado. Esta amistad supuso la afición de Lorca por la pintura.

Afgano invisible con aparición, sobre la playa, del rostro de García Lorca,
en forma de frutero con tres higos 
1938 / Salvador Dalí

Palabras de Dalí a su amigo Lorca:

«Tú eres una borrasca cristiana y necesitas de mi paganismo (…) Yo iré a buscarte para hacerte una cara de mar. Será invierno y encenderemos lumbre. Las pobres bestias estarán ateridas. Tú te acordarás que eres inventor y viviremos juntos con una máquina de retratar».

¿Un pintor? Sí, un pintor. Como parece ser le dijo un día al poeta cubano Juan Marinello: «Soy mucho mejor pintor que poeta; sólo que me ha dado por hacer versos». Si en sus textos nos abre un mundo que quiebra el alma, nos acerca al niño más íntimo y nos encumbra en el poder de la muerte, de los últimos suspiros y nos embadurna con el aroma del amor truncado y de la sangre, sus dibujos y pinturas alcanzan multitud de temas y formas, y es a través de ellos, como forma más íntima de su expresión, donde mejor expresa lo real y lo irreal. Hablan con metáforas, con drama del amor, del sexo, de la muerte..., del destino. Todo ello llega a formar parte, no solo como ilustraciones para sus poemas o para hacer postales para sus amistades, si no también del resto de su literatura —decorados para el teatro—. Su primera exposición a título individual tuvo lugar en Barcelona coincidiendo con el estreno de María Pineda. Posteriormente, de manera colectiva en Huelva. 

«Lorca, cuando cogía unos lapicillos de colores o la misma pluma con la que escribía sus poemas, seguía teniendo una frescura de fontana, una gracia como de juego en la calle, de sonrisa de patio, de gallo de veleta, de todo aquello que había visto u oído, no sabía cuándo con los ojos de su niñez granadina: jarrones con peces y flores, vírgenes atravesadas por puñales, niñas en las ventanas y azoteas, ángeles de las torres, manolas, arlequines, bandoleros y marinerillos ebrios y enamorados, todos los temas y figuras de su poesía lírica y dramática, hasta el momento del romancero gitano, un año antes de marchar a Nueva York, época en que cambia su estilo, contagiado sin duda por la atmósfera surrealista que ya se extendía por casi toda Europa».

Rafael Alberti 

El éxito pareció acompañarle siempre pero sufrió una terrible crisis a raíz la publicación de Cancionero gitano. Fue criticado de costumbrista y defensor de los gitanos en el sentido más pellorarito, incluso por sus amigos Buñuel y Dalí. Además, en este momento había roto su relación sentimental con el escultor Emilio Aladrén. Con el tiempo, obviamente, ha sido una de sus obras más elogiadas.

Estos hechos le llevaron a tomar la determinación de salir de España. Llegó a Nueva York a bordo del Olimpic, en 1930. La ciudad era «alambre y muerte». Un sistema capitalista y un trato injusto hacia los afroamericanos le sorprendieron y todo quedó plasmado en Poeta en Nueva York aunque no se publicó hasta cuatro años después de su muerte.

Vendría al año siguiente Bodas de Sangre, cuya continuación está en Yerma. Nunca llegó a terminar la trilogía aunque él decía que ya tenía pensado el título.

Ilustración de Ilu Ross

Abandonó Estados Unidos y pasó a Buenos Aires de donde regresó a España a pesar del inminente estallido de la Guerra Civil. Fue el principio del fin y el camino a la inmortalidad como bien sabéis. El mundo lo admiraba. Le llamaban el «Homero español» pero en España se estaba convirtiendo en un personaje molesto. Por un lado, sus amistades y por otro, sus opiniones.

Pudo refugiarse en la casa de Manuel de Falla que estaba en la parte republicana, en cambio, prefirió quedarse en la otra, alojándose en la casa de los padres de su amigo Luis Rosales donde fue detenido el 16 de agosto de 1936. Acababa de publicar La casa de Bernarda Alba.

El resto de la historia ya la sabéis.

Sí quiero haceros partícipes de una de las cinco grabaciones de sus poemas, realizadas 1931 —en aquellos discos de pizarra de un palmo y que iban a 78 rpm. y que tenían solo una canción por cara—, donde él pone la música al piano y la cantaora conocida como «La argentinita», voz, zapateado y castañuelas. 

Fueron un total de diez poemas que han pasado a formar parte del cancionero popular:  Zorongo gitano, Los cuatro muleros, Anda jaleo, En el café de Chinitas, Las tres hojas, Los mozos de Monleón, Los Pelegrinitos,Sevillanas del siglo XVIII, Las morillas de Jaén y Nana de Sevilla que podéis escuchar.


Y como de una Luna se trata, como una Luna vive aquí, os dejo el Romance de la luna Luna, el primer poema de Cancionero gitano. Os lo dejo en letra de él y en voz de Carmen París, otra paisana mía. Emoción y ternura.

Hijo de la luna / Ami-pixel
Picar en la imagen para escuchar

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