27 de septiembre de 2021

Bernardino Montañés y su "capricho" ilusionario

Hoy traigo un pequeño mosaico de ilusiones ópticas empezando por un cuadro menudo que hay en el museo provincial de mi ciudad, que también es museo arqueológico, donde podemos visitar, entre otras, una sala abovedada, perteneciente a las estancias del palacio de los reyes de Aragón, en la que se da fuerza a la legendaria historia de la Campana de Huesca. Una historia que os contaré en otro momento si ha lugar.

En las últimas salas del museo encontramos una pequeña obra del romanticismo. Se trata de un óleo sobre lienzo que no resalta precisamente por tamaño (enmarcado mide 41'5x37'5 centímetros) si no por lo enigmático que es.
Este cuadro fue un regalo de bodas "envenenado" del pintor aragonés Bernardino Montañés a la mujer de la que se enamoró, hija de un mecenas, y que lo rechazó para casarse con otro. Bernardino les regaló esta obra que es, en conjunto, una alegoría de la vida y la muerte representada con  un buen número de símbolos. El pintor les manda un mensaje jugando con estos elementos y mezclando la realidad y la apariencia, creando una serie de efectos visuales que el espectador puede ver si se aleja un poco para tomar perspectiva. 


Capricho / Bernardino Montañes /1891

En este cuadro hay cosas más que curiosas. ¿Un volcán echando humo? Aquí en Aragón, volcanes no hay ninguno que yo sepa pero sí expresa una explosión, una erupción, paradójicamente, un brotar de la vida. Hay pájaros en pleno vuelo y una pareja que, sin ser niños, presentan un período joven de la vida aderezado todo por la ebullición de los cinco sentidos: la vista, en las miradas que parecen dirigirse hacia un punto en concreto, tal vez a esas rosas y parras que tienen a su izquierda; el oído, la escucha; el olfato por los aromas que desprenden las flores que ella le acerca a él en forma de abanico, las otras flores y plantas y esos frascos en el alfeizar que bien podrían ser ungüentos mágicos para el efluvio del amor o simples perfumes. El gusto, por las frutas que hay junto al dado, símbolo de la suerte o del azar y el tacto, representado en la caricia de él hacia ella. 
En resumen, esta parte del cuadro vendría a dar un enfoque de la vida pero, también, de su efimeridad: las nubes oscuras, ese paquete atado con una cuerda, las ramas y las hojas amarronadas; sustentada en el arco que abraza la escena. Contrarrestando están esos otros símbolos que encarnan la muerte como son los cipreses. Es decir, todo lo que empieza acaba por eso, me imagino, habréis visto la calavera ya. Si no es así, os recomiendo alejaros lo suficiente de la pantalla para ver algo más que aquello que vuestros ojos pueden apreciar a simple vista.
Bernardino realizó otros tres cuadros de este estilo.

Bernardino Montañés y Pérez
Zaragoza, 20 de enero de 1825 / 6 de enero de 1983

Pintor de la llamada escuela española. Empezó estudiando en la Escuela de San Luis de la mano de Tomás Llovet, escultor alcañizano, máximo representante de neoclasicismo bajoaragonés. Gracias a la protección de Santos Sanz, ingresó en 1845 en la Escuela de Pintura, Escultura y Grabado de Madrid y frecuentó el estudio de Federico de Madrazo.

En 1848, se trasladó a Roma al obtener una beca del gobierno de Isabel II para ampliar su formación. Allí trabó amistad con los artistas españoles, Felipe Moratilla, Carlos Múgica, Francisco Lameyer, Ignacio Palmerola, Francisco Jareño, Patricio Patiño y Miguel Floyxench. En la década de 1850 viajó a Italia, Austria, Baviera, Sajonia, Prusia, Bélgica y Francia, antes de volver a España.  A su regreso acabó siendo profesor e individuo de número así como director de la escuela San Luis y académico correspondiente de la Real de Bellas Artes de San Fernando de Madrid. Fue miembro de la Comisión de Monumentos Históricos y Artísticos de la provincia y conservador del Museo de Zaragoza. 

Remitió sus obras a muestras y certámenes; en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1862 y en la de 1864 fue galardonado con mención de honor y participó en la Universal de París de 1855 y en la de Londres de 1862.
Podría definirse su obra como ecléctica al combinar corrientes del neoclasicismo con el rococó. La mayoría fueron retratos y pinturas religiosas.

Otras ilusiones ópticas:

Octavio Ocampo

Pan de muertos / Octavio Ocampo

"L´amour de Pierrot" /  1905
 Postal que muestra el amor de Pierrot  y Columbine. 

Oleg Shupliak


Oleg Shupliak

Oleg Shupliak

Artush Voskanyan

19 de septiembre de 2021

La fiesta del castaño

La fiesta del castaño rojo era por finales de abril. Decía la tradición que había que honrarlo para que no pasara nada malo el resto del año... pero siempre pasaba algo. Mi madre nos había preparado unas aljabas para llenarlas de flores con las que luego hacer ungüentos y unas cestas con viandas para pasar el día.
Al ocaso, las muchachas bailábamos descalzas dejando que el viento llevara nuestros cánticos mientras dibujábamos círculos y agitábamos los arcos de olivo que con tanto esmero habían fabricado y bellamente  tallado los chicos desde de la recogida de la oliva.

(97 palabras )
Septiembre

Vladimir Kush


Arco / flechas/ aljaba
"Escribir Jugando" es un reto mensual de escritura creativa.. Lo organiza la escritora Lidia Castro Navas desde su blog y consiste en microrrelatos o poesías con límite de 100 palabras inspirándonos en una carta propuesta y el dado que la acompaña.

Reto opcional: Que aparezca en la historia algo relacionado con esta flor: Castaño rojo. Indicada para aquellas personas que sienten un exceso de preocupación por los demás, aporta libertad y confianza en la toma de decisiones de sus seres queridos.

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De mis viajes en caracola...