30 de abril de 2023

¡Agua va!

Imagina que estás en un pequeño descampado en la parte posterior de un gran caserón, sentado sobre una paca de paja, bajo las sombras de unos grandes árboles. Frente a ti, un tablado que hará las veces de escenario. La decoración es nula, salvo por ese recipiente transparente que contiene dos gotas de agua. Una es grande y redonda; la otra, pequeña y de forma irregular. La gota grande, llamada Gota, está en el centro del recipiente. Gotica, que no gótica, está como acurrucada a su lado. Y por ese otro en el que tranquilamente nada un pez.

Dos gotas de agua que caen / @bmw062017

Gota: (Mirando a su alrededor). Gotica, ¿dónde estamos?

Gotica: (Mirando hacia arriba). Estamos en un laboratorio. Creo que nos están estudiando.

Gota: (Sorprendida). ¿Estudiando?, ¿por qué?, ¿para qué?

Gotica: (Encogiéndose de hombros). No lo sé. Tal vez quieran saber cómo somos las gotas de agua.

Gota: (Mirando hacia abajo). Bueno, supongo que somos bastante interesantes. Después de todo, somos la base de toda la vida. 

Gotica: (Asintiendo). Sí, eso es cierto. Pero también somos muy frágiles. Un poco de calor y desaparecemos en el aire.

Gota: (Suspirando). Sí, eso es algo que me preocupa a veces. Pero al menos estamos juntas, Gotica. Y eso es lo que importa. 

Gotica: (Sonriendo). Sí, tienes razón. Juntas podemos hacer muchas cosas. Como formar un río o un océano. 

Gota: (Afirmando con un bailoteo). Sí, y podemos ayudar a mantener la vida en la Tierra. Somos importantes. 

Gotica: (Contenta). ¡Sí! Somos importantes y únicas. No hay dos gotas de agua iguales en todo el mundo. 

Gota: (Riendo). Bueno, los humanos dicen que todas las gotas de agua son iguales, pero nunca he conocido a otra gota de agua como yo... Ni como tú.

Gotica: (Mirando hacia arriba). A veces me pregunto cómo será el mundo allá afuera. Mas allá de este laboratorio. 

Gota: (Mirando hacia abajo). Yo también me lo pregunto. Pero mientras estemos juntas, sé que podemos enfrentarnos a cualquier cosa. 

Gotica: (Sonriendo). Sí, juntas podemos hacerlo todo. 


De pronto, la luz del laboratorio se apaga, dejando a Gota y Gotica sumidas en la oscuridad. Pero aún así, su pequeña conversación, llena de optimismo y unidad, es suficiente para mantenerlas fuertes. 


Gotica: (Con la mirada entornada). Se me está ocurriendo una maldad.

Gota: (La mira con cierta sorpresa). ¿A ti?

Gotica: (Diciendo sí con un remeneo). ¿Ves ese pez de ahí?, está muy aburrido el pobre. Vamos a montarle una fiesta. Dame tus manos, aprieta las mías muy fuerte, y demos vueltas.


Gota sin entender nada, hace caso. Dan vueltas tan rápidamente que no se sabe quién es quién. Esa energía provoca una tormenta y el recipiente se tambalea para caer al suelo. Ellas salen volando y llegan  a la mesa donde está Bobo. Este las mira sin mucho interés. Gota está mareada. Gotica, también. Ambas se echan a reír cuando golpean la pequeña pecera y Bobo, el pez naranja, comprueba que sus alas también sirven para volar. 

Imagen libre de derechos


Esta cosa que me ha venido a la mente es para participar en el reto del microteatro de abril que potencia Merche, escritora, desde su espacio de literatura, y que debe versar sobre el agua. 
Si tenéis tiempo, pasaros porque la entrada es libre.

23 de abril de 2023

La magia de los libros

La abuela tenía cientos de libros en su vieja biblioteca. Libros de todos los colores, en diferentes idiomas y, la mayoría, muy antiguos. Tesa había crecido entre ellos. Cada verano que pasaba con la abuela, esta le recomendaba uno de aquellos libros y juntas, lo leían.
Pero la abuela jamás le habló de ese libro. No era un libro cualquiera, era un libro mágico, por lo que Tesa lo descubriría en el momento adecuado.
Aquel libro había sido creado, que no escrito, hacía mucho tiempo por un gran maestro de la magia y, desde entonces, había pertenecido a la familia.

Ilustración freepik

Aquel día, la abuela tenía visita y Tesa, que no debía estar entre los mayores, fue invitada a irse a la biblioteca, lo cual no era un castigo, sino una aventura maravillosa. 
Se quedaba en el centro de la sala cuyas paredes eran estanterías y estanterías repletas de libros, con una escalera de caracol que llevaba a varios pisos y, en cada una de ellos, unas escaleras correderas para poder alcanzar los libros. A veces se paraba a ver brillar los cristales de la lámpara de araña que colgaba del techo. Era otra aventura más, un lago de mil arcoíris. Decidirse por qué lado de la biblioteca ir, tampoco era para no tomarlo en serio. Solo sabía que no podía visitar una parte, aquella que estaba tras la puerta y cuya llave desconocía dónde estaba, pero recordó un cuento que su abuela le había contado y, ella, que era muy perspicaz, cayó en la cuenta de que aquella historia no era más que la clave para hallar la llave.
Y la encontró. Abrió la puerta y en esa especial habitación no había más que una silla, una mesa y sobre esta, un libro cerrado e iluminado, en aquel momento, por los rayos del sol de media tarde. 

«¿Qué clase de libro es para estar tan protegido?», se preguntó Tesa. «¿Será un libro mágico? ¿Un libro de monstruos? ¿Un libro con poderes?  ¡Bah, esto no puede ser!», pero al abrirlo pudo darse cuenta de su error. Al primer toque de las páginas, Tesa sintió una extraña energía recorrer todo su cuerpo. Cuando por fin pudo abrir los ojos, se dio cuenta de que estaban todas en blanco, aunque fueran de un viejo tono sepia y de un papel cuya textura jamás había tocado. 

Ilustración freepik

Entonces se percató de que en la parte superior del libro, en un pequeño canal de la mesa, había un lápiz sin mina. Buscó algo con lo que poder hacerle punta, pero no halló nada. No supo por qué, pero decidió hacer una raya en aquella página. Misteriosamente, se dibujó una. El lápiz también era mágico. «¿Esto puede ser?», se dijo con asombro. Decidió escribir una historia en la que ella sería la protagonista, aunque al principio dudara un poco.
Escribió sobre aventuras increíbles, paisajes maravillosos en los que su imaginación parecía no tener límite; personajes que cobraban vida en cada trazo. Todo cuanto escribía se hacía realidad en un mundo al que ella llegaba sin saber cómo. 

Su abuela se dio cuenta de que Tesa gustaba cada vez más de ir a la biblioteca y que incluso lo hacía cuando debía estar durmiendo. No tenía dudas. Había descubierto el libro y con él, su poder y su magia. Sin embargo, no le dijo nada, y dejó que siguiera visitando la biblioteca porque, con el tiempo, descubría su verdadero secreto.

Tesa advirtió que cada vez que lo usaba, el libro perdía un poco de esa magia. No sabía por qué, pero comprendió que debía utilizarlo con moderación, aunque la tentación de crear historias era demasiado grande. Poco a poco, el libro fue perdiendo sus poderes y llegó el día en que no fue capaz de conceder deseos. 

«¿Qué debo hacer?», se preguntaba una y otra vez. «Tal vez debiera decírselo a la abuela». Esta solo le dijo que el libro debía descansar. Y fue lo que hizo. Al tiempo comprendió que no se trataba del poder del libro, sino de su imaginación y creatividad porque no necesitaba de él para vivir aventuras increíbles, que cualquier lápiz escribía y que era capaz de escribir páginas y páginas.

El libro mágico quedó en la biblioteca, guardado tras la puerta y acariciado por el sol de la tarde, a la espera de que alguien más lo descubriera y aprendiera la lección que ella había aprendido.
Aquel libro le había cambiado la vida porque había conocido el maravilloso mundo que reinaba en su interior y que le había convertido en una estupenda escritora de fantásticas e increíbles historias.


Para reflexionar sobre el poder que tienen los libros para transformar nuestras vidas. Tesa es cualquiera de nosotros, que hemos descubierto la magia de las letras y cómo estas han podido cambiar nuestro mundo para siempre.


En el Bosque Imaginado también se celebra el Día del Libro.

14 de abril de 2023

Aurora

Aurora, un hada tan inquieta como curiosa, usaba dados para predecir el futuro, o eso creía ella. Un día, un tremendo estropicio alertó a los habitantes del bosque, quienes acudieron para saber qué pasaba. Atónitos, asustados, a-todo, vieron dos extraños seres en un no menos raro capazo colgado de un globo, liado entre los árboles. Contaron que venían de otros mundos. 
Aurora, fascinada por sus asombrosas historias, decidió acompañarles. Echó los dados al aire, pero una ráfaga de viento los elevó lejos.
Tu destino no viene en los dados, sino de ti misma, le dijo uno de los pasajeros.

(100 palabras)

Ilustración de Luci Campbell


Dado de astrología
"Escribir Jugando" es un reto mensual de escritura creativa. Lo organiza la escritora Lidia Castro Navas desde su blog y consiste en microrrelatos o poesías con límite de 100 palabras inspirándonos en una carta propuesta y el dado que la acompaña.


Reto opcional:  Que aparezca en la historia algo relacionado con el globo aerostático: inventor, año de creación o el propio invento.

↓↓↓ Notas de interés a pie de página ↓↓↓

De mis viajes en caracola...