O también llamado reloj de agua.
Cualquier mecanismo para medir el tiempo mediante el flujo regulado de un líquido hacia o desde un recipiente graduado, dando así a dos tipos diferentes de relojes según la dirección del flujo.
En realidad, su origen es mesopotámico.
Deriva del vocablo latino clepsydra. Este, a su vez, del griego klepsýdra, compuesto por la palabra hidor (agua) y kletein (robar).
Todo ello hace idea de que uno de los recipientes roba agua (o arena) al otro durante un determinado e igual tiempo.
En el Antiguo Egipto eran utilizadas en las horas que no había sol. Los antiguos atenienses y romanos lo empleaban para controlar el tiempo de intervención de sus oradores. Posteriormente, median con ellas el tiempo que los defensores o acusadores dedicaban a la exposición de sus argumentos en pro o en contra en algún juicio.
Dato curioso. Allá por el s. III a. C., Ctesibio, alumno de Arquímedes, desarrolló un reloj de agua con indicadores numéricos al que denominó horologium ex aqua.
Como las gotas de agua en la clepsidra,
que es oasis entre las arenas del desierto
de este amor nacido a destiempo...
Ilustración de la red |
¡Me encanta!
ResponderEliminarCuando esté triste, juntaré mis lágrimas en una clepsidra para ver pasar el tiempo.
Mil gracias, Ratón. Cuando estés triste te abrazaré...
EliminarUn beso.