Es una palabra que viene de cresol, catalán antiguo, y este, a su vez, del latín vulgar "cruceolum", que sería una variante vulgar de un tipo de recipiente llamado en latín "crucibulum", una especie de recipiente o cuenco con unos picos en forma de cruz y de ahí su nombre, derivado de crux, crucis (cruz) y con el sufijo instrumental -bulum.
Hoy en día está más bien en desuso salvo en su sentido más técnico aunque se utiliza el término gresol.
La palabra crisol designa a ciertos cuencos de porcelana refractaria que son vasos de laboratorio usados para fundir materias a alta temperatura, y a las cavidades que reciben el metal fundido en los hornos de fundición de metales, o, simplemente, cualquier recipiente que pueda contener alguna materia ardiente.
Metafóricamente es usada para hacer referencia a una tierra, comunidad, etc. que es sido escenario de la fusión de muy diversas
culturas, tendencias, etc.
Y de esta palabra se obtiene el verbo acrisolar como sinónimo de depuración por medio del fuego, a través de la fusión de modo que se atesora o se suelda algo verdaderamente positivo en las personas como es la virtud, la honradez o la sabiduría a lo largo de la vida.
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Pintura de Victor Hagea (Rumania) |