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Merab Gagiladze |
Ultílogo merecería estar en la lista de los Reyes Godos, esa que nadie recuerda. O bien, por ende, tratarse de algún centurión romano, con templanza y dotes de mando. Pudiera ser un filósofo griego cuyos pensamientos quedaran a la altura de los de Aristóteles o Platón. O también, ese chico sencillo y lleno de nobles valores que encandila a la princesa y, sin tener un corcel negro, sabe llevarla hasta el infinito de una felicidad plena.
Y, ¿por qué no ser dos maravillosos ángeles colmados de un amor infinito capaces de traer luz al mundo? Pero no, ni lo uno ni lo otro.
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Ángeles / Justyna Kopania |
Isagoge viene del griego εἰσαγωγή 'isagōgē' a través del latín 'isagōge'. En la lengua española aparece por primera vez en el Tesoro de la lengua castellana o española del licenciado Sebastián de Covarrubias, con un sinfín de títulos tras su nombre —creo que lo he traído alguna vez por aquí—, allá por 1611. Posteriormente, en el Diccionario de autoridades de la Real Academia Española en 1734. Su hermano mellizo es Exordio que proviene del latín 'exordium'. Lo cierto es que tiene nombre de malo o de un ser torturado por sus fantasmas. Igual es que encuentro algo de parecido con exorcismo, cuyas etimologías no tienen nada que ver.
Isagoge también es como se denomina la controvertida Introducción a las categorías de Aristóteles, sobre Lógica, escritas entre los años 268 y 270 por Porfirio y traducidas al latín por Boecio, y muchas otras cosas más que me daría el rollo para tres entradas más.
Isagoge hace referencia al principio, introducción o preámbulo de una obra literaria con el objeto de atraer la atención del lector o del público y motivarlo para su continuación. Fue utilizada ya por Platón en su obra Leyes en el s. V a.C.
Por contra, Ultílogo, Posfacio para los amigos, se va al final de la misma, una vez terminada, a modo de despedida. Deriva de la fusión del latín 'ultĭmus' y el griego λογο, 'logos', discurso, según el modelo de epílogo y prólogo. Se registra por primera vez en el Nuevo diccionario de la lengua española de Vicente Salvá en 1846 y en el Diccionario de la Lengua Española de 1925.
A veces, Ultílogo se cambia de espada y capa y se viste de Epílogo, que tiene un poco más de capacidad de síntesis a la hora de guerrear. Procede del latín 'epilŏgus', del griego 'epílogos'. Así puede darse un descanso.
De este modo, Isagoge y Ultílogo pueden estar cerca pero nunca juntos. Será porque viven en las periferias y no tienen buena combinación de transporte o, en ocasiones, se cruzan porque una va y el otro viene. Pero no cabe duda de que son verdaderos protagonistas de una tragedia griega, de una ópera de Wagner, de un cuento o de una leyenda pues viven una historia de amor para ser vivida nada más que en la distancia o en la ausencia.