De la red |
Así empieza la historia en la que el gran cuervo blanco sobrevolaba los oscuros cielos de la noche bajo un espectacular manto de estrellas y una hermosa luna blanca que, como un medallón, única perla celestial, iluminaba la oscuridad.
Su suave graznido se agudizaba en la plenitud de ese silencio nocturno, en el que algunas nubes teñían velos al faldón de la luna que, atenta, observaba al ave dibujar círculos en el aire.
La extensión de sus enormes alas, la viveza roja de sus ojos, la elegancia de su vuelo..., maravillaban a la luna cuyos rayos plateados parecían extenderse como suaves caricias que aleteaban las plumas del cuervo de manera sigilosa, dulce, casi imperceptible...
Y el gran cuervo blanco, el Çorvus Çorax, pensaba qué atrás quedaba su tiempo de brujas, el tiempo en el que servía de mensajero entre castillos y ciudadelas, por saber defenderse ante los halcones, por ser más fuerte que las palomas..., por ser más inteligente, por saber imitar la voz humana y conocer la verdadera lengua del bosque, esa que ningún humano sería capaz jamás de hablar y comprender.
Antes del amanecer rindió su vuelo y alcanzó tierra. Junto al lago, cuyas aguas el viento movía ligeramente, dibujando suaves ondas sobre la superficie, el gran cuervo blanco se vio reflejado en el agua. Alzó su cabeza y miró a la luna. Abrió su pico y del fondo de su garganta emergió un profundo graznido... que retumbó en la soledad de esa noche de luna llena. Rodeando al lago, el bosque de El Olvido, donde reposaban las almas en su vuelo antes de tomar el cielo.
Sació su sed. Gorjeó el agua fresca y sintió el beso eterno de la luna blanca que, como la Reina Mab, conducía su carro de única perla. Sintió estremecer todo su cuerpo, como si los huesos se le quebrarán, como si su alma albina se agitara pidiendo salir. Y sintió el abrazo de la luna. Ese abrazo puro, tibio, tan cercano que parecía formar parte de él. Se turbó. Se sintió confuso... Y sobre el horizonte, de entre los altos árboles del bosque, apareció la figura de un enorme lobo, tan blanco como las nieves de las cumbres más altas del norte. Embobó tanto al cuervo con su brillo que este no se percató de que la luna había abandonado el reino de los cielos dejando una estela a su paso...
Y, al mismo tiempo, el gran cuervo blanco se vistió de noche estrellada, de luna en todos sus plenilunios, de sus cuartos menguantes y crecientes y de sus anaranjados novilunios. Y Çorvus Çorax se convirtió en el gran señor de plumas negras, de noches oscuras y amaneceres albinos. Abrió sus alas y de la punta de sus plumas nacieron dedos, de sus dedos se prolongaron brazos... y, poco a poco, el cuervo se hizo hombre...
Imagen de la red |
Al levantar la vista, asombrado, confundido, sin adaptarse a su nueva forma, vio la belleza singular de aquella mujer rodeada de lobos blancos que caminaba por la orilla y estaba a punto de llegar a él. Su rostro se iba tornando suave y en sus labios se dibujaba una sonrisa. La rodeaba un aura especial y el cuervo, hecho hombre, se estremeció. Ella, dulcemente, le cedió algunos velos para que cubriera su desnudez y le tomó de la mano.
Y es que no sabía que había caído en el hechizo de Qamar. A partir de esa noche de luna llena, todas las demás noches de luna llena, durante los siguientes siglos, la luna hecha mujer, la Hechicera, y el gran Çorvus Çorax de alma blanca y alas negras, dos cuervos en un solo corazón; un gran cuervo hecho hombre, podrían caminar de la mano en el gran bosque de El Olvido, donde las almas reposan antes de hallar su cielo...
Luperca de Georgina Gibson |
Un cuento bellísimo, no sólo por la historia que contiene si no por como nos ilustras con sus personajes tan enigmáticos y la belleza del paisaje.
ResponderEliminarEs precioso, Mag. Me ha encantado.
Mil besitos bonita, y feliz noche de domingo.
Sabes que me gusta eso de recrearme en el detalle (a veces lo logro mejor que otras) y disfrutar del misterio, del enigma...
EliminarGracias por tus palabras.
Un beso muy grande.
Leyendo tus cuentos voy viendo como es "peligrosa" la luna que para un Vampiro como yo embellece la noche.
ResponderEliminarBeso dulce y dulce semana Magda.
La luna es mujer. No lo olvides, Dulce.
EliminarBesitos grandes.
Poco a poco, vas creando un universo lunero donde caben muchos nahuales.
ResponderEliminarBueno, el mío ya sabes cuál es.
EliminarUn beso grande, Ratón.
Isla Imaginada se nutre de ti. Ahora, sobre sus noches, habitan mil lunas llenas de nuevos seres.
ResponderEliminarPoco a poco iremos creando un universo mayor.
EliminarUn beso enorme.
¡Me ha encantado! Me fascina la luna; siempre he tenido una inclinación hacia los cuervos. Lo has plasmado todo de manera bellísima.
ResponderEliminar¿Nocuento? ¡Es un SÍcuento maravilloso!
Muchísimas gracias, Israel.
EliminarBueno, yo llamo "no..." a lo que puede ser pero todavía no le doy la valía para serlo :-)
Conceptos raros que la luna se permite :-)
Besis.