31 de octubre de 2018

Noche de Samhain

Se acercaba la noche de las ánimas, de las brujas, cuando se abren las puertas al mundo del más allá y las energías entre este y aquel se comunican. La brujita Azul preparaba sus cosas; sobre todo, hierbas que recogía en el bosque de las Luciérnagas a lo largo del año, en su punto de floración o temporada de cultivo. También algún hongo y seta, cortezas de determinados árboles y otras plantas cuyo secreto solo brujitas como ella conocían. Luego las secaba y guardaba para utilizarlas cuando fuera preciso: para curar algunos malestares de los animales o de las personas que quisieran recurrir a su ayuda. Pero la noche de las ánimas o de los espíritus era especial para ella. No solo porque era su cumpleaños  Ya había perdido la cuenta. Desde hacía un tiempo había decidido que ahora celebraría los cumplesiglos, es decir, cada cien años, cumpliría uno.

Little Spell Caster de Nico Niemi

En la madrugada apartó a una bolsita de tela los ingredientes sacados de una receta de su Libro Mágico:
  • agua lluvia bañada por luz de luna;
  • hojitas de menta;
  • media ramita de canela:
  • una hoja pequeña de laurel;
  • dos pizcos de anís en grano
  • una rama de tomillo;
  • dos pizcos de polvo de salvia;
  • una pizca de melisa;
  • cositas secretas.
Y conservó el agua en una calabaza. Todo ello templaba el ánimo y el alma. 

Junto con sus amigas, las brujitas Lila, un poco gótica ella, y Calabaza, de preciosos cabellos naranjas y que siempre iba de princesa, había invitado a todos sus conocidos a reunirse, un poco antes de media noche, para preparar la hoguera cuyo fuego ayudaría a cumplir los sortilegios de aquella noche, donde lo negativo se lanzaba a él y el agua de lluvia bañada por la luz de la luna bendeciría todo lo bueno que sucedía y estuviera por suceder.
Juntos tomarían la pócima preparada por Azul, probarían algunos manjares que Lila había realizado con todo su arte y toda su magia, y harían gasto de los dulces de tan vivos colores que Calabaza había elaborado y cuyos ingredientes siempre eran secretos excepto para determinadas brujas que tenían acceso al Libro Mágico de las Recetas como sus dos amigas.

Ilustración de  Nico Niemi

En esa mágica y especial noche los animales del bosque tomaban su forma humana y se confundían entre los humanos que se acercaban hasta ahí con farolillos. Dejaban estos en una enorme roca, cerca del pequeño meandro del río de las Hadas, a modo de altar para indicar el camino de las almas perdidas que tuvieran algo que decir a sus seres queridos. Los cantos alegres y los cuerpos en danza simbolizaban la alegría de aquella noche donde muertos y vivos podían darse la mano.

La brujita Azul hizo que todos unieran sus manos alrededor de la hoguera. Les explicó que recitaría un sortilegio que luego podrían cantar los demás mientras danzaban en torno al fuego:


"Tarjum... Tarjum...
En la noche de Samhain las brujas bailan sin sol.
Sarcajum... Sarcajum... 
y cantan su canción:
Patas de gallo, piel de gallina, miradas de dragón,
dientes de cabra y pelos de ratón. 
Tartajum... Tartajum.. 
Cuatro palmas, un salto atrás y otro adelante.
Parajum... Parajum... 
Chispas de fuego y centellas sin tuntún.
Requetejum... Requetejum... 
que las almas buenas vengan con luz
y las malas se marchen con son.
Tarjum sarcajum tartajum parajum y requetejum."


— ¡¡Ahora todos juntos!!


"Tarjum... Tarjum...
Ya llega... Ya llega cuando las brujas bailan sin sol."

Después de todo eso, las tres brujitas pusieron en marcha varias escobas con unas palabras mágicas que solo ellas sabían, convidando a los presentes a subir a ellas y dar un paseo bajo la luz de la luna hasta salir el sol.

Imagen de la red

3 de octubre de 2018


«La imaginación es infinita, no tiene límites, y hay que romper donde se cierra el círculo; hay una puerta, puede haber una puerta de escape, y por esa puerta hay que desembocar, hay que irse».
Juan Rulfo

Ilustración de Aeppol, artista surcoreana.

El poder de la imaginación está en nuestra mente, pero mientras esta es finita, la imaginación tiene un carácter infinito e ilimitado, que no solo nos hace únicos, si no que, además, nos convierte en pequeños dioses creadores de un universo maravilloso, forjándonos retos.

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