31 de octubre de 2021

Ratón y la calabaza azul

No sabía cuánto tiempo llevaría aquella caja en ese rincón del cuarto de los trastos. Con la de veces que había mirado y ordenado, no comprendía cómo le había pasado inadvertida. Además, era una caja muy llamativa por sus vivos colores pero, eso sí, tenía tanto polvo que este los había apagado un poco.

Decidió estudiar su interior. No podía creerse que estuviera todo. Recordó las palabras del mago Ratuno,  a quien conoció un día por eso que llaman azar, cuando le dijo que su contenido era mágico y que siempre, hiciera lo que quisiera, no podría deshacerse fácilmente de la magia. El mago desapareció un día de la misma manera que había aparecido. Sin saber cómo.

Un gorro de mago azul con estrellitas plateadas, una curiosa varita mágica, un montón de cosas que no sabía para qué podrían servir. No había un libro de instrucciones y menos uno que pudiera entender. Resopló y se encogió de hombros. Pero la curiosidad, que no siempre es mala, era una tela de araña que lo estaba atrapando.

Ilustración de la red

Se puso el gorro y tomó con poca decisión la varita, empuñándola como una espalda y comenzando a hacer filigranas en el aire contra un enemigo que ni había imaginado; soltando una retahíla de palabras y sonidos sin sentido, auténticas jitanjáforas... con las que se fue animando hasta convertirse en un espadachín luchando contra lo invisible.
De pronto, ¡oh! Sintió como si un ente incorpóreo lo empujara hacia atrás o como si una ráfaga de viento le azotara de frente, parando con la espalda a medio camino entre el suelo y la pared. Hizo pie, como bien pudo y, aunque el corazón parecía salírsele del pecho, se quedó quieto con razón y perplejo. Mudo. Ante sus ojos, abiertos como platos, apareció —a saber de dónde—, una hoja, una rama, otra hoja, otra rama... así hasta formar una serpiente que ascendió por la pared hasta el ventanuco del trastero y salió por una rendija al jardín.

A más traspiés que otra cosa, Ratón llegó hasta la ventanita y se aupó: —¿De dónde ha salido esto? —farfulló, parpadeando tantas veces que parecía un faro emitiendo señales morse. Punto, raya... Punto, raya... Raya, punto... Punto, punto...

Imagen de la red

De buenas a primeras, como quien no quiere la cosa, entre los hierbajos empezaron a revolotear decenas de mariposas con alas de cristal que se volvían a veces azules, otras del color de la hierba, de las piedras del jardín, de la tierra... Nunca había visto nada semejante pero le pareció algo asombroso. Entre asustado y emocionado, empezó a llamar a Qamar que, divertida, observaba todo desde el otro lado de su atalaya celestial.

—¿Qué te ocurre?
—¡Estoy asustado! Encontré esto —dijo, mostrando la varita— en un viejo baúl y creo que es mágico.
—¿Crees? ¿No recuerdas qué te dijo el mago Ratuno?
—No muy bien pero es que...
—Eres tan curioso e inquieto como un gato —sonrió Qamar.
—¡Bbbrrrr...! No digas eso, por favor, se me ponen los pelillos de punta. ¡¡¡Bbrrr!!!
—Bueno, ¿y el susto?
—Ese es grande...

Mariposas alas de cristal

Ratón extendió una de sus manitas hacia la calabaza azul en la que algunas mariposas se habían posado.  Solo una se acercó y se quedó en la mano antes de viajar hasta su hocico. Tuvo la sensación de que le estaba mirando, incluso contando un secreto, y aquel cosquilleo que sintió, tardó bastante en desaparecer.

—¿Qué? Una calabaza azul... ¿Una mariposa que se te ha posado en la nariz? —Qamar quería que él pensaba pero estaba tan aturdido con la sorpresa que era incapaz de concentrarse en algo que no fuera aquello a pesar de que sus pensamientos estaban totalmente bloqueados.
—¿Qué está pasando? No entiendo nada —dijo casi en un suspiro mientras la mariposa se reunía con sus hermanas.
—¿Sabes qué noche es hoy? —Ratón pensó. Se le había olvidado por completo y eso que tenía todo preparado para esa noche. En el trastero se le había pasado algo más que el tiempo. Qamar prosiguió—: Parece mentira que olvides una noche como la de hoy. Es la noche de Samhain. Es una de las noches más mágicas del año. —Y la palabra noche repicaba en su cabeza como una campana.
—¡La noche de Halloween! 
—¿Sabes que significa esa palabra?
—¡La noche de las brujas!
—Sí, entre otros nombres, como "la noche de los muertos" o "víspera de difuntos", ¡¡¡La noche de las ánimas!!! Pero en realidad es una palabra muy ancestral que usaban los antiguos gaélicos para referirse a la noche que antecede al uno de noviembre: Allhalloween. Otro día que tengamos más tiempo hablaremos de ello. —sonrió. Ratón frunció el morro y sus bigotes se pusieron tiesos mientras con su mirada expresaba su sorpresa. Realmente, Qamar era muy sabia pero él ya sabía todo aquello, sobre todo porque cada año ella le contaba algo—. Los humanos la celebran a su manera pero nosotros, los seres especiales, tenemos la nuestra. ¿Recuerdas la fiesta del año pasado?
—¡Cómo para olvidarla con todo lo que pasó! —Y Qamar sonrió— Bueno, en realidad recuerdo muy poco.
—Entonces, no cabe decirte que la magia tiene sus efectos. Hay cosas que olvidas pero algo dentro de ti ya no es igual.
—¡Me estás asustando, querida Lunita! Sabes que yo soy un ser más bien científico.
—Cuando las cosas no se pueden explicar... cabe sentirlas, Ratón. No olvides jamás eso. Hay cosas que existen y punto. No les des más vueltas. Y es lo que ha pasado con tu calabaza azul.
—Sigo sin entenderlo, perdona. Entonces, ¿la calabaza azul es azul por dentro? —preguntó, sorprendiéndo a Qamar con semejante ocurrencia.
—Es una calabaza, Ratón, sea azul o verde. Pero si es mágica igual está llena de más mariposas doradas como esas.
—¿Y si la abrimos?

Ratón, evidentemente, no podía abrirla él solo. Qamar, con su magia plata y azul, obró. Con un haz plateado, como si fuera un afilado cuchillo, empezó a cortar la calabaza. Primero por el medio, para hacer dos mitades. Sí, la calabaza era naranja pero sus pepitas... Sus pepitas eran de muchas tonalidades azules. 

—Parece que no es como una calabaza normal, Qamar.
—Llevas razón, Ratón, pero tú eso ya lo sabías.
—Bueno...
—¡Es mágica, Ratón! ¡Sus pepitas tienen que serlo! 

Ratón tomó algunas en la mano. No eran semillas como las de una calabaza normal. Eran piedras casi idénticas las unas a las otras, de cristal, como lluvia congelada, y tenían un intenso brillo, como cuando el sol se refleja en el agua.

—¿Y qué podemos hacer con esto? ¿Se planta?
—Puedes probar a ver qué pasa. Entierra unas pocas en aquel rincón —señaló la luna— y con el resto, ¿qué te parece si las regalamos a los habitantes del Bosque como si fuera un talismán?
—¡Claro! Las puedes llenar de tu magia también y esta noche se las entregamos. 
—¡Trato hecho!
—¿Truco o trato? Jaja —rio Ratón mientras el tema de la mariposa parecía haber quedado a un lado.

Antes de ponerse guapo para la celebración en el Bosque, decidió decorar su calabaza, naranja esta vez, para colocarla en uno de los escalones de la puerta. Junto a ella dejó un gran montón de caramelos para que los pequeños fueran cogiendo Eso sí, apuntó una advertencia: 

«La magia esté en compartir por eso coge solo un poquito de ella para que todos podamos disfrutarla».


Suspiró con una sonrisa entre sus bigotes y empezó a sentirse nervioso. La emoción por vivir una mágica noche como la que iba a llegar causaba furor en él, pero también sentía un especial hormigueo en su tripilla puesto que iba a encontrarse de nuevo con Garrampas, su ratita preciosa quién, además, le había prometido más de un baile a la luz de la luna.

Como sucediera cada noche entre el anochecer del último día de octubre y la madrugada del primero de noviembre, todos los habitantes del Bosque Imaginado se reunieron en la gran explanada, a la luz de la luna que, siempre vigilante, echaba un vistazo a los rituales mágicos de los humanos al otro lado del bosque y se ausentaba un rato para compartir unos minutos con Elio, el sol sin h.
Allí brillaban cientos de farollilos, se escuchaba música, se bailaba a su son y se comía y bebía todo aquello que sumaba lo que cada uno bien había podido llevar.


Ratón estaba feliz por poder compartir algo mágico con los demás. No solo les mostró la última canción que había aprendido a tocar con la flauta —tenía mucho que aprender pero ilusión no le faltaba— sino que aquellos cristales preciosos, de intenso color azul, tan brillantes y tan llenos de magia, magia de Qamar, magia bonita, magia buena, eran un maravilloso regalo repleto de cariño y esperanza.

—Tiene el toque mágico de Qamar.
—Lo conservaré siempre, Ratón. Muchísimas gracias. Es un regalo más que bonito. ¡Me encanta! —exclamó Garrampas emocionada mientras Ratón se ponía un poco colorado por el beso que la ratita estampó en su mejilla—.  ¿Sabes, Ratón? A veces el regalo más grande es aquel que parece poca cosa pero si está lleno de amor, de cariño y de buenos sentimientos siempre será el más grande porque estará lleno de magia —aseguró—. Te prometí bailar, ¿bailas conmigo?
—Por supuesto, estaré más que encantado, Garrampitas.

Arte de Wim Bals

Y en tanto ambos bailaban con el resto, una pequeña mariposa de hermosas alas transparentes los observaba entre las luciérnagas... pero eso ya es otra historia.

Ilustración de la red

24 de octubre de 2021

Regnícola

Aunque pudiera parecer, no es un ser estelar habitante de algún planeta o exoplaneta de esos lugares del universo llamado Regno  o un insulto: ¡Regnícola!
Es un adjetivo con uso de sustantivo muy utilizado a principios del siglo XIX, más concretamente entre 1800 y 1850, con un gran auge alrededor de la segunda década, empezando a perder vigencia entrado 1900.
Como curiosidad, deciros que su primera aparición en el Diccionario de la Real Academia Española fue en 1737, en su Diccionario de Autoridades.

Etimológicamente, viene del latín tardío regnicŏla, de regnum 'reino' y -cŏla '‒́cola' de la raíz de «colĕre» que quiere decir cultivar o habitar.

De ello podemos deducir dos acepciones:
1.- Para identificar especialmente a una persona natural o nativa de un reino y aplicado en estados y países monárquicos incluidos los principados.
Los españoles somos regnícolas y supongo que los monegascos, también. Madrid es la capital de España, la capital del reino de España, la capital regnícola.
2.- De una manera más culta y de uso menos frecuente, nos sirve para referirnos a quien se dedica a escribir de las cosas especiales de su patria, como pueden ser las leyes, los usos, las costumbres, la cultura, los preceptos... Diríase que son los cronistas del reino, los que hacen acopio de toda la documentación original y toda la información pertinente que que dan fe de una realidad histórica basada en el Derecho, la Econonía, las tradiciones tanto sociales como religiosas..., etc., algo así como la Historiografía.
«... cuenta con una gran tradición regnícola en cuanto al estudio de las banderas...». 
El rey / Remedios Varó

18 de octubre de 2021

La mujer escritora

Considerada la mujer tanto como una mercancía como una máquina de hacer hijos, apareció ella,  Enheduanna o En-hedu-ana o En hedu Anna. 


No es su nombre de pila sino un título: En se refiere al título restringido de gran sacerdote o gran sacerdotisa de Ur; Hedu significa ornamento en sumerio y Anna, cielo, y, casualmente, es el nombre del dios del cielo. Es por ello que al convertirse en Gran Sacerdotisa recibió tal nombre. Literalmente, «suma sacerdotisa , adorno del cielo (o del dios del cielo)».  Pero hay otra curiosidad en su nombre ya que Heduanna es un epíteto poético para hablar de la belleza de la luna en el cielo, refiriéndose a ella como «la alta sacerdotisa que adorna el cielo», de modo que también era «la suma sacerdotisa de la luna», además de la primera mujer escritora de la Historia de la que se tiene constancia.

Hija del rey Sargón I de Acadia —se dice que también el primero en crear un imperio—. Nació en la Antigua Mesopotamia, cuando era la tierra de los zigurats, hace más de 50 siglos. Vivió, aproximadamente, desde el 2285 a.C hasta 2250 a.C. Aprendió a leer y escribir en tablillas de arcilla e hizo algo que hasta entonces nadie había hecho: firmar sus obras. Fue tan importante su figura que incluso redactó leyes que rigieron en su época.

Escultura de la sacerdotisa

Compuso más de 42 himnos, verdadera poesía, dedicados a los dioses y templos de las ciudades más importantes del imperio: Sippar, Esnunna, Eridu... Cabe destacar los himnos a su amada diosa Innana que se convirtieron en verdaderos cantos litúrgicos, elevándola casi a figura mística. Exaltación de Innana es uno de sus poemas más famosos donde plasma  toda la devoción que siente por su diosa y  también hace alusión a su expulsión de Ur por parte de su hermano al tomar posesión del imperio.Y ha llegado a nuestros tiempos. Tal vez todos estos textos fueran utilizaros en sus ritos religiosos.

Su nombre fue descubierto en dos sellos pertenecientes al reinado de su padre, en el Cementerio Real de Ur pero la pieza arqueológica que sin duda revela su existencia es un disco de alabastro hallado en 1928 junto a la estatua de una sacerdotisa en el Giparu de Ur (tal vez el templo dedicado a la diosa Nigal), residencia de la Entu-Sacerdotisa, término arcaico para refererirse a la Suma Sacerdotisa. Eso era ella.  
Este disco se data entre los años 2000 a.C. y 1800 A.C. y puede leerse: «Enheduanna, sacerdotisa zirru, espora del dios Nanna, hija de Sargón, rey del mundo en el templo de la diosa Innana».

No es fácil atribuir a ella todas las obras encontradas pues algunas están datadas siglos después de su muerte. Los investigadores se mueven entre opiniones que van desde que se tratan de transcripciones de los originales a inspiraciones en Enheduanna y en su obra.
No se sabe mucho de ella a nivel personal pero sí nos ha dejado un legado importantísimo con el que podemos descubrir la profundidad de su sentir.

Ella no se ganó la vida con sus letras pero fue y es fuente de inspiración y admiración. Ella y Safo son dos pilares fundamentales de la literatura más antigua que puede conocerse.

¿Sabéis quien fue la primera mujer escritora que empezó a ganar dinero con su obra?

La veneciana Christine da Pizano (1364-1430) ha pasado a la Historia como tal, además, de una gran defensora de los derechos de la mujeres en la sociedad. Desde niña ya mostraba un especial talento y fue su padre, Tomaso, médico y astrólogo o físico que había llegado a la corte de Carlos V como asesor del monarca  francés, quién no dudó en una educación especial para ella.
Escribía por placer, pero luego por necesidad debido a varios hechos luctuosos en su familia. Con 28 años, hijo, padre y marido muertos no tuvo más remedio que hacer algo para sacar adelante a sus hijos vivos y a su madre, pese a venir de una familia acomodada. Tenía dos opciones: casarse de nuevo o entrar en un convento. No optó por ninguna de ellas y decidió seguir escribiendo. 

Todo aquello, su férrea voluntad y su buena manera, dieron pronto sus frutos. Un día, miembros de la corte solicitaron de Christine una elegía de Carlos V. Así nacía Le livre des faits et bons moeurs du sage roi Charles V, la primera obra escrita por encargo y que permitió a Christine  tener un importante ingreso económico.

Su obra nació con temática amorosa pero luego se adentró en temas más comprometidos como la filosofía, la política, la Historia, la moral o el derecho de la mujer en la sociedad. Cuando todavía no se había inventado la imprenta, ella misma se encargaba de supervisar sus textos en un taller donde también mujeres se encargaban de copiarlos e ilustrarlos. 

Su principal y más reconocida obra es La ciudad de las damas (Le livre de la cité des dames), publicada en 1405. Un auténtico alegato a favor de la mujer para la que reclama un lugar en el mundo, así como una audaz crítica a la misoginia imperante en ese momento histórico.

Ilustración de Isabel Ruíz Ruíz

Con todo esto quiero rendir desde aquí un pequeño homenaje a todas las mujeres que a lo largo de la Historia han plasmado y plasmamos todas sus inquietudes, emociones, sentimientos que anidan tanto en el alma como en el corazón.

12 de octubre de 2021

La huella

Observé el líquido dentro del hermoso frasco. Bien podría ser para un perfume o para el más letal de los venenos. No quise quitarme la duda menos cuando vi aquel extraño escarabajo en su interior. No sé si era arcoirís por el elemento o por sí mismo. Llamó mi atención la curiosa huella marcada en la base. Era tan clara que podría decirse que el dedo aún estaba ahí, dejándola. Nunca había visto algo igual. ¿Qué clase de líquido era para mantener aquella intacta?, ¿y cómo era posible que la huella estuviera en el interior?

(95 palabras)

Obra de David Silva, Dasil



Escarabajo
"Escribir Jugando" es un reto mensual de escritura creativa.. Lo organiza la escritora Lidia Castro Navas desde su blog y consiste en microrrelatos o poesías con límite de 100 palabras inspirándonos en una carta propuesta y el dado que la acompaña.


Reto opcional:
 
Que aparezca en la historia algo relacionado con las huellas dactilares (año, descubribridor...).

↓↓↓ Notas de interés a pie de página ↓↓↓

De mis viajes en caracola...