27 de junio de 2020

La noche mágica

Ratón había sido invitado a una particular fiesta. Desde que Garrampas partiera hacia el bosque y decidiera vivir con nuevos amigos, apenas se habían visto, por eso recibir aquella invitación le llenó de felicidad. La sabía muy feliz y, aunque la echaba de menos, reconocía que el cambio le había ido muy bien. 
No tenía que llevar nada pero no le parecía bien ir con las manos vacías mas no sabía qué. Suspiró hondo antes de ponerse a dar vueltas sin sentido.

Imagen de la red

—Seguro que hay comida para dar y regalar. Además, no soy un buen cocinero y las tartas me salen mal —se decía mientras parecía buscar algo que no encontraba —¿Qué estoy buscando? —Se le había ido el santo al cielo. Se movía porque no tenía otra cosa que hacer—. Y si llamo a Garramipitas... —dudó—. Sé qué me dirá. A ver si Qamar tiene alguna idea... —¡Elioooooooooo! —gritó varias veces.
—Dime, Ratón, ¿qué problemas tienes ahora?
—Perdona, Elio, pero,  ¿puedes avisar a Qamar, por favor?
—No sé si estará cerca. Hoy tiene la noche un poco liada.
—Lo sé, pero si puedes hacerme ese favor.
—La avisaré. Cuídate, Ratón.

Elio salió en busca de Qamar que la encontró acicalándose los cabellos mientras algunas estrellas revoloteaban cerca intentando prenderse a su pelo. Se hizo una trenza de rizos y voló en un plis plas hasta la ventana de Ratón.

—¡Gracias por venir! ¡Gracias por venir! —repitió Ratón en cancioncilla.
—Tranquilizate, Ratoner. Dime, ¿qué te pasa? Me ha dicho Elio que estás muy nervioso.
—Sí, pasa y siéntate. Te daré un poco de limonada fresquita.
—No puedo quedarme mucho rato, pero te agradezco el ofrecimiento. Dime qué ocurre...

Ratón le contó aquel grave problema que tenía. Qamar se sonrío y negó con la cabeza. Su amigo se ahogaba, a veces , en un vaso de agua.

—Ratón, es una fiesta de amigos. Estarán todos los habitantes del bosque y sus invitados más cercanos. No tienes que hacer ni llevar nada especial pero comprendo que desees agasajar, al menos, a Garrampas. —Ratón asintió.
—No se me ocurre nada.

Qamar estuvo pensando un rato. Tenía ya una idea pero le gustaba observar la impaciencia de Ratón y le hacía gracia aquella posturilla que adoptaba cuando estaba esperando una respuesta. Respiraba profundo y dejaba caer la barbilla sobre sus manitas. Pestañeaba como si eso hiciera que los pensamientos fueran más serenos o que las ideas llegaran antes.

—Busca un tarro bonito y que tenga tape. Cuando vayas al bosque por la tarde y camines por el sendero de Los Pétalos debes fijarte muy bien porque hoy, solo hoy, florecen unas plantas que parecen hierbas el resto del año. Debes estar atento porque son muy sutiles y delicadas. Las reconocerás ya que desprenden una luz muy especial y sueltan como un polvo brillante que parece luciérnagas. Con cuidado, acerca el tarrito y deja que se vaya llenando. Lo cerrarás con cuidado y le pondrás este lazo —dijo, entregándole un pequeño rayo de luna—. Estaría bien escribirle algo bonito y dárselo cuando se lancen al cielo los farolillos de los deseos. Dile que pida un deseo y le das el tarrito.
—¿Y qué tienen esos polvitos? 
—Son magia, Ratoner. Sirven para curar las heridas del alma por eso la flor es tan rara.

Ratón se quedó muy callado. Y muy quieto mientras contemplaba el lazo en sus manos.

—Gracias, Lunita. Muchas gracias. Será un regalo muy bonito. Seguro que le gustará.
—Claro. ¿A quién lo le gusta un regalo mágico? —sonrió.
—¿Qué harás tú esta noche?
—Estoy escondida estos días así que estaré tranquila pero después de los farolillos me iré a la Torre Guirnalda... ¡¡Iluminaré todo el bosque y celebraré la noche más corta con todos vosotros!! ¿Qué te parece?
—Bien. Los humanos se van a llevar un buen susto —sonrió porque cuando la luna se esconde es que nadie la ve—. ¿Y Elio? No tenía muy buen humor.... o me lo ha parecido.
—Ya sabes que a él estas cosas no le hacen mucha gracia. Él hace lo que tiene que hacer y ya está. —Ratón se encogió de hombros.
—De acuerdo —sonrío Qamar sin ver un gran entusiasmo en su amigo. Sabía que sus pensamientos estaban en otro lugar. —He de irme, Ratoner. Nos vemos esta noche. ¡y no olvides tu flautín!— dijo, saliendo sin que Ratón se diera cuenta.

A la hora prevista, Ratón cogió su flauta y el tarrito de cristal y partió hacia el Bosque Imaginado montado en su bicicleta de tres ruedas. Estaba más lejos de lo que pensaba pero se sintió tranquilo cuando por fin pudo entrar. Siguió el sendero que le había indicado Qamar y no dejó de mirar de un lado a otro esperando hallar la flor rara. Poco antes de llegar al cruce, ahí, entre las maleza, percibió una luz, muchas luces...

—¡Es verdad!, parecen luciérnagas.

Era una flor muy sencilla, con pocos pétalos pero era tan brillante que por un momento pensó que eran rayos de sol plateados. Se acercó con cuidado y colocó el tarro. Poquito a poco aquel polen fue cayendo dentro. Se sentía feliz. Había logrado dar con la flor y sería un magnífico regalo para Garrampitas.

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Aquella parte del Bosque Imaginado había sido un no parar con los preparativos. Los ratones por un lado. Los pájaros por el otro. Los gatos parecían pollos sin cabeza y en aquel bosque, al que llamaban Imaginado, porque pasaba de todo y a veces de nada, había semejante algazara que Elio, el sol sin h, y Qamar, la luna que se viste de azul, se miraban el uno al otro como si no entendieran algo que siempre pasaba en vísperas de aquella especial noche. Un caos muy bien organizado.

Los humanos la llaman Noche de san Juan y la celebran con ritos paganos y hogueras. En el Bosque Imaginadola noche de los farolillos, y en este Universo Azul, cualquier nombre con misticismo, con magia, con sonrisa..., es bonito. Qamar diría que al agua de la luna. Elio es mucho más práctico y a él le parece que es un motivo más de fiesta para unos y unas horas más de trabajo para él. Ese rumor ancestral que le hacía enamorado de la Tierra y que se negaba a abandonarla no iba con él. Por esta idea se celebraba ese amor con hogueras. Tonterías, decía. El que no tiene nada que hacer... Para él no era más que un cuento chino.

Ratón dejó atrás el cruce y, un poco más allá, ya pudo escuchar la algarabía del bosque. Los árboles estaban adornados con cientos de guirnaldas de flores de todos los colores e iluminados por otras tantas estrellas que tintineaban. Todo estaba casi preparado. Saludó a un montón de animalitos antes de encontrarse con Garrampas que portaba una preciosa tarta de frambuesas silvestres.

—¡Ratón, mi querido Ratón!
—¡Garrampitas!

Garrampas pasó la tarta a una vecina y se fundió en un gran abrazo con Ratón.

—¡Qué alegría que hayas podido venir!
—No podía faltar a la fiesta. ¡Me he traído la flauta!
—¡Genial!
—Estás muy guapa. —Estaba preciosa con su lazo en la cabeza y su vestido de flores. 
—Gracias —dijo Garrampas notando que se le subían los colores. —Ven, te presentaré a todos.

Y así fue como Ratón conoció a los amigos del bosque y con los que Garrampas hacia nueva vida. Ahí estaba Éldelpan —este nombre le hizo mucha gracia—, el cocinero del Árbol y que era primo hermano de Eldelvino. Éldelsol, el astrónomo digital que escuchaba a las estrellas y un largo etcétera de amigos ratunos con los que Ratón entabló una bonita amistad.

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Poco después conoció a Sandra, la salamandra y a Juanita, la ranita que nació en un caldero mágico, por eso su piel es fluorescente. A Lor y Enzo, los primos erizos y Crispín, el puercoespín. Incluso a Pim, Pam, Pum, las tres pulgas que habían hecho voto de no picar y optado por ser vegetarianas. Bruno y Liz, el búho y la lombriz. Eneco, el conejo. Torcuato, el pato del cuarto. Y no podía dejar de conocer a Amancio que era tan sabio como mancio*, pero un encanto de escarabajo. A Ulrico que se creía el más rico del bosque porque era una fiera almacenando semillas.  Y a Blas, Plas y Zas, unos dragones de agua que le contaban chistes a Huga, la tortuga. Tingo, Tango y Pilla, los trillizos ardilla que jugaban al pilla pilla con Lafi, Pafi y Mifi, las mofetas felices. Teo y Doro, el zorro y el lobo.
Pero con quien se rio mucho fue con Ratonlab, un auténtico ratón cuántico del que no entendía nada pero le resultaba de lo más gracioso. Y estos le presentaban a otros amigos, y estos a otros... hasta que hubo un momento en que ya no sabía quién era quién.

Todos juntos se sumaron a la gran cena. Disfrutaron de todas aquellas viandas: canapés de higo, tortilla de calabacín, tartas de arándanos, de fresas silvestres, zumo de campanillas, néctar de jacintos, tartaletas de miel y queso.... ¡Para chuparse los dedos! Pocas veces Ratón había sido tan feliz.

A eso de media noche, todos se reunieron en la pequeña explanada de las Ranas Azules, que ni eran azules ni había ranas por eso también la llamaban de las dos mentiras. Prepararon sus farolillos, con sus deseos y en ese momento, mientras Garrampas se disponía a escribir el suyo, Ratón le entregó el frasquito de polen mágico.

—¡Es precioso, Ratoner! ¿Qué es?
—Tu regalo. Es algo mágico. Qamar me ha dicho que cura las heridas del alma, que es de una flor muy rara.
—He oído hablar de ella pero pensé que era una leyenda. ¿De verdad es polvo de la flor de la luna?
—No sé cómo se llama pero sí, debe ser.
—Gracias, Ratoner. Muchas gracias.

Garranpas saltó sobre él, abrazándolo con tanta fuerza que estuvieron a punto de caer. Su farollilose soltó y voló hacia el cielo estrellado sin deseo alguno. Ratón vio como ascendía sin poder hacer nada. Prefería seguir sintiendo el abrazo de su querida amiga. Miró al cielo antes de cerrar los ojos. Qamar, montada en su carruaje, se apartó el velo negro y le sonrió antes de desaparecer tras las estrellas. Ese sería su farolillo. No precisaba escribir deseo alguno.

Si la luna viajara / Paula Belle Flores

—He perdido mi farollilo —dijo Garrampas observando cómo se perdía de vista. Ratón sonrió y, alargando la mano, le ofreció el suyo.
—Está aquí.
—Escribiremos nuestros deseos juntos, ¿te parece, Ratoner?
—Por supuesto.

Aquella noche fue mágica, pero de las de verdad, de las que todo es posible. Para Ratón fue muy especial y fue muy muy muy feliz, tanto que aún tocaba su pícolo cuando Elio le sorprendió tirándolo de los bigotes.

  • Mancio, en aragonés, viene a ser una persona, también se puede decir de un animal, muy tranquilo, con poca energía... como que le falta un poco de sangre. Que no tiene rasmia.


20 de junio de 2020

Amor cósmico

El cielo estaba medio nublado. Elio, el sol sin h, andaba algo despistado entre las nubes, jugando a esquivarlas. Pero, en un momento dado, tropezó con aquel sin fin de gotitas de mil colores que formaban las nubes y cayó, sin remedio y de patitas, en la laguna de las Estrellas Perdidas. No podía haber caído en peor lugar. Siempre se mantenía atento y lo evitaba pero su despiste había sido catastrófico.

Aquellas negras aguas estaban casi heladas y sus rayos se quedaron tan quietos que pensó que se convertirían en témpanos de piedra.  Gritó fuerte, tan fuerte como pudo porque sabía que aquella laguna no tenía fondo. Estaba maldita desde que las brujas oscuras y todo su séquito de seres malignos habían realizado aquel fuerte conjuro con el que el Supremo Ser del Submundo de más allá de lo desconocido se había hecho presente. Un intercambio de favores fue el acuerdo. Les había otorgado aquella parte de tierra al otro lado del bosque que, él mismo, había arrebatado a los demás habitantes. Ellas se habían encargado de cazar a todas las estrellas fugaces y de atrapar a todos los seres que lograran engañar.

Los tres espíritus / Dustin Poche

Ahora la laguna no solo estaba llena de estrellas. También de los miles de sueños sin realizar que las acompañaban y de las almas que aquellos incautos seres que habían tenido la loca idea de no atender a los avisos que advertían del peligro de acercarse y de las terribles consecuencias que acarreaba el adentrarse en aquella negritud del bosque.

Qamar y Elio, pese a todos sus esfuerzos, no habían logrado atravesar aquella inmensa oscuridad y seguía siendo, tristemente, un lugar siniestro.

Elio se hundía y se hundía... y él no sabía nadar. Las estrellas de la laguna no eran como las estrellas del cielo. Estas eran brillantes y cantarinas. Aquellas, oscuras y calladas debido a la maldición. Qamar, que estaba al otro lado del universo, escondida en su diurnidad, escuchó el latido de su corazón y supo que Elio estaba en la lobreguez. No dudó en atravesar todo el horizonte y enfrentarse al silencio y a las tinieblas de la laguna, aquella que tantas veces iluminaba pero cuyos rayos de plata no lograban sanar. Las estrellas que se habían apagado atrapaban a Elio con voraz agilidad impidiéndole salir, llenado de sombra su corazón y apagando de luz sus rayos.

Sirio, la estrella más brillante de la constelación Canis por la que Qamar había pasado como una exhalación, fue tras ella movida por la curiosidad y porque había intuido que algo no iba bien.

—¿Qué ocurre, Qamar?
—Elio ha caído en la laguna de las Estrellas Perdidas. He de llegar cuanto antes o se quedará ahí para siempre —respondió muy alarmada y con el viento entrecortado—. Y si eso ocurre, Sirio, sabes que el mundo se quedará ciego.

Ilustración de Meluseena

Al llegar, Elio estaba tan asustado que perdía las fuerzas. Entonces, todas las estrellas que siempre acompañaban a Sirio, se apiadaron de él. No dudaron en lanzarse sobre las aguas y, una a una, caer en sus ojos formando unas especiales lágrimas de estrellas.

—Qamar, debes cogerlas todas y hacer con ellas un mapa que despistará a las brujas y la Señor de la Oscuridad.

No dudó un momento la Luna en abrazar a Elio con algunos de sus rayos de luz de plata. Con las yemas de sus dedos, en forma de caracola de mar, fue recogiendo con cuidado aquellas estelares lágrimas mientras su mirada se clavaba en la del sol.

—Es una locura, Qamar —acertó a decir el sol.
—Cierra los ojos y piensa que todo va a salir bien.

No podía permitir que Qamar cayera también en la laguna. Se estuvo todo lo quieto que pudo. Pero sabía que si ella debía convertirse en oscuridad, lo haría. Tembló de miedo cuando dejó de escuchar su corazón. Todas las estrellas y la luna... se apagaron de pronto y todo se sumió en un profundo y oscuro silencio que le heló toda la savia de sus rayos de fuego.

Aquello no podía estar ocurriendo. Las malvadas brujas —Gorcolia, la más camaleónica, Légubris, Satárica y Maldaquia—, vestidas de negro, con sus dientes horribles y amarillos, con sus largas y asquerosas uñas arqueadas y con aquellas voces tan desagradables que parecían aullidos lastimeros capaces de estremecer a cualquier alma y de rompen cualquier tímpano, aparecieron por la parte más oscura del bosque, alzando sus extrañas dallas y haciendo sonar aquellos cencerros hecho de huesos de alimañas.
No tocaban el suelo pero tampoco podían volar más alto.

Ilustración de Paula Hedberg

El resto de estrellas fueron a por ellas, intentando cortarles el paso, entorpecerles el camino e intentar que no llamaran al Supremo Oscuro... mientras Qamar terminaba de recomponer el mapa. Elio se agarraba a su cuello, tirando de ella hacia el fondo... El mundo quedaba en aquel crepúsculo donde tampoco había luna.
Sirio abrió su manto celestial. Sobre él, las pequeñas estrellitas que Qamar había recogido, se fueron colocando formando un grimorio.

—¡Es el momento, Qamar! ¡Siente la fuerza de su magia! ¡Canta el hechizo, corre! —le gritó Sirio, sabiendo que sus estrellas no aguantarían mucho más, que el sol tenía las fuerzas muy justas y que Qamar debía comprender correctamente los signos para proclamarlos desde el fondo de su argentada alma.

Su blanquecina voz se oyó muy lejos. Se escuchó por todas partes. Las estrellas oscuras se fueron debilitando conforme ella iba pronunciando aquellas enigmáticas palabras. Y en su debilidad, Elio pudo alzarse hasta ocupar su sitio en la más alta atalaya del cielo.

—¡Sigue, Luna, sigue! —le inquirió la brillante estrella. Qamar continuó, sintiéndose más ligera.

Las estrellas apagadas fueron recobrando tímidamente su luz, su luz de plata, arropando a la luna, y con ellas, se fueron elevando todos aquellos sueños que se habían perdido. Volvieron a brillar en el cielo. Volvieron a ser ilusión y esperanza. Elio deseaba abrazar a Qamar. Darle las gracias, reconocerse su esfuerzo, su amistad y fundirse con ella llenos de amor cósmico cuya luz alcanzara los confines del universo. Y es que ya se sabe, el Amor es Luz.

—Cuando llegué no podía creerlo, Elio. Una estrella descendiente cayó de tu corazón y aterrizó en mis ojos... Y todo se apagó. Si no hubiera sido por Sirio y sus amigas las estrellas luminosas no hubiera podido salvarte —le dijo Qamar visiblemente emocionada, hundiéndose en su pecho.

Ilustración digital de Daniel y Vladimir Ovtcharov

Las dos últimas estrellas cayeron de los ojos de Elio. Las tomó en sus manos, convirtiéndolas en unas hermosas y brillantes piedras de color ámbar que coronaron la mirada de Qamar y adornaron su bella melena de plata.
La laguna reflejó el brillo de la luna... Y de las brujas... nunca más se supo.



Con este nocuento inauguro mi participación en el reto de escritura creativa de una cazadora de nubes, que según ella, además está loca: Rebeca. Lleva por nombre "Fuego en las Palabras" y es mensual. Un tema dado para inspirarse y unas normas, que, obviamente, espero cumplir.


En este mes de junio el tema inspirador es la letra de una canción, "Amor Cósmico", de Florence & The Machine, insertando alguna de sus frases y su título. La traducción está aquí. He tomado una idea general para hacer este nocuento.

13 de junio de 2020

El Secreto del Bosque

1845. El Bosque de las Ánimas estaba casi lleno y guardaba un secreto. Los pájaros oscuros habían dejado de sobrevolarlo y el viento ya no deseaba silbar.
No lo creí.
Seguí todas las señales hasta alcanzar la puerta: Dos enormes árboles apuntando al cielo. Mis pasos hacían ruido pero no dejaban huellas. Una paz me envolvió y pude ver el silbido del viento atrapado en los picos de los cuervos, y a los cuervos mirarme tan fijamente que me reflejé en la profunda oscuridad de sus ojos. 
Ahora conozco el secreto. Soy parte de él.

(95 Palabras)
Junio

Rompiendo el círculo vicioso / Remedios Varó Uranga



Dado: Flecha / señal.
"Escribir Jugando" es un reto mensual de escritura creativa. Lo organiza la escritora Lidia Castro Navas desde su blog y consiste en microrrelatos o poesías con límite de 100 palabras inspirándonos en una carta propuesta y el dado que la acompaña.


Reto opcionalQue aparezca algo relacionado con la goma elástica: la palabra, año de creación, creador… lo que sea que te inspire de la siguiente tarjeta.



Además, quiero agradecer sinceramente la mención especial que este micro ha tenido.


Las palabras de Lidia: "La mención especial de este mes es para un microrrelato que me sorprendió por su enigmática forma de llevarnos por un bosque misterioso, donde el protagonista nos revela su condición al final (si sabes leerlo, pues la autora solo lo deja intuir). Me refiero a: “El secreto del bosque” por Maga de Qamar. ¡Me encantó! ¡Gracias!" 

5 de junio de 2020

Luna de fresa

En este hemisferio norte apenas empiezan a madurar las fresas silvestres y a cantar las chicharras alguna noche. Tal vez por ello, Qamar sabe que algo especial va a suceder. Lo nota en su brillo. Está pletórica con sus halos de plata en la inmensidad de la noche.

—¿Por qué pareces tan contenta, Qamar? —le preguntó Elio, el sol sin h, fingiendo no saber nada. Pero sabía que muy pocas veces su eterna amiga se vestía de rosa fuerte, del color intenso de las fresas y no dejaba atrás, sino que se acentuaba, su dulzura.
—¡Cómo si no lo supieras! ¡Hoy, para los humanos, soy luna de fresa, la luna más dulce! —rio divertida—. Así que no solo lo parezco sino que también lo estoy.

Ilustración de Emelie Leger

Siempre le ha hecho gracia que los humanos, en su infinita imaginación y fantasía, la hayan bautizado con los nombres más increíbles: Sin, Bimbaio, Ixchel, Artemisa, Hécate, Rea..., Selene, Diana, Tecuciztécalt, Thot, Jonsu o Iah. Námi, Tsukuyomi y un largo etcétera de nombres mitológicos, sin olvidar todos aquellos otros que tienen que ver con algún fenómeno curioso como Luna, azul, luna de sangre, luna negra, luna de fresa, de aguamiel... Y, como si de una reminiscencia ancestral se tratara, curiosamente tenían que ver con algo relativo a las cosechas y a las estaciones del año. Y es que el Hombre siempre ha nacido, crecido y muerto pegado a la tierra y sus maravillas. Y si la tierra siente, si los hombres sienten, la luna también. Cierto, porque hubo tiempos de intensa locura que siempre lamentara. Pero hallaba otros ceremoniales y momentos en los que disfrutaba, y sigue sonriendo. Algunos ritos han pasado un poco a la historia pero, otros, siguen muy presentes.

Conejo y luna / 2013 / Gabriel Pacheco

Los nuevos astrólogos y astrónomos la ven de forma diferente. Continua agradeciendo y lo hace del mejor modo que conoce: Cuidando de Oceanal y toda su familia se mantengan controlados, aunque sabe que poco puede hacer cuando Madre Tierra se revoluciona y pone a todos firmes. Entonces, mejor callar y esperar que los acontecimientos pasen pronto.

Si os preguntáis quién es Oceanal, os diré que es el mar y todas las aguas del planeta. Dicho esto, sigamos con la historia. Esta noche de la que hablo es una noche singular y no solo porque Qamar se vista de la última luna llena de primavera. El verano está a las puertas. Las noches son más cálidas y el Universo, en su mágica magnitud, se mueve dejando que los humanos vean parte de esa magia y descubran sus trucos. Esta noche, en el cénit de Qamar, en la explosión de su máximo brillo, como si de un velo misterioso, como la sombra de un fantasma fuera, los humanos podrán ver un ligero oscurecimiento sobre su rostro cuando ella, en su abrazo terrestre, atraviese la zona de penumbra de Madre Tierra.

—¡Un eclipse, Qamar!
—¡Siiii....!
—Claro, eres luna llena esta semana sino, no podría ser. —Un eclipse lunar es un fenómeno que sucede cuando hay luna llena y puede ser total, parcial o penumbral—.  ¿Estás nerviosa?
—No, por supuesto que no. Estoy contenta porque los ojos de medio mundo estarán pendientes de mí, pero no es por vanidad, es porque creo que se interesan por lo que pasa en el Universo. Y ello les anima a seguir conociendo, a explorar y a seguir creciendo...
—Pero también a destruir...
—Bueno, ya sabes que la raza humana no es perfecta —se lamentó en cierto modo—. Hoy estaré poco rato. Les dejaré con la miel en los labios y hasta pleno verano y el otoño no volveré a jugar con las sombras.
—¿Y qué te ha dicho Madre Tierra? —preguntó Elio bastante tranquilo.
—Nada. Ella sigue a su ritmo. La cosa ahí abajo no anda muy bien.
—Sí, eso he oído —respondió un tanto apesadumbrado—. ¡¡Yo también tengo un eclipse después de ti!! —exclamó para cambiar de tema y poner un poco de alegría al momento.
—¡Es verdad!, ¡un anillo de fuego! —Se sonrojó porque sabía que en esa cita ella tiene mucho que ver. Es de las pocas veces que pueden estar a solas y juntos. Un eclipse solar anular es algo maravilloso. Es estar uno frente al otro, mirarse, sonreírse, y en ese acercamiento, en ese mágico abrazo, Elio, con su inmenso calor, con su espectacular brillo, corona toda la belleza de Qamar y, como si evocara un conjuro o fuera una hechicería, ella desparece del cielo para refugiarse en ese lugar secreto vestida de luna nueva. Pero, para eso, todavía quedaban unas cuantas noches de luna y unos cuantos días de sol.
—Tendrás que avisar a Ratón. Ya sabes que se preocupa de todo y por todo.
—Le hablaré está noche y le dejaré un croquis —rio— porque con todas las faenas en las que anda inmenso ya tiene bastante con saber dónde tiene la cabeza. —Elio esbozó otra carcajada.
—Te dejo ahora porque sé que tienes que prepararte para esta noche. Por cierto, te he traído un regalo.
—¿En serio?, ¿por qué?
—Porque me apetece —le dijo, mostrándole un estupendo cuenco lleno de fresquísimas fresas silvestres. Sus favoritas.

Obra de james Aponovich

Hoy, 5 de junio, eclipse de luna prenumbral.
21 de junio de 2020:
Eclipse solar anular o llamado también "anillo de fuego"
y luna nueva. 
5 de julio "luna del trueno" y 30 de noviembre de 2020 "luna helada":
Eclipses lunares penumbrales.

Luna de Fresa es el nombre que los indios nativos americanos daban a la última luna llena de primavera ya que coincidía con la incipiente cosecha de fresas. En Europa, con una antigüedad de más de un milenio para esta expresión, se la denomina Luna de Miel porque dicen que a finales de junio es cuando la miel suele estar lista para ser recogida de las colmenas.

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De mis viajes en caracola...