28 de diciembre de 2018

La dulce broma de Lili

GIFS HERMOSOS: MUÑECAS ENCONTRADAS EN LA WEB
Imagen obtenida en la red
Lili, el hada azul, tiene cara de muñeca y unos preciosos y grandes ojos claros así como unas bonitas orejas que recuerdan a las de un duende. Claro, por eso es un hada. Es algo traviesa y muy coqueta, le encanta ir a la moda del Bosque Imaginado pero tiene el corazón lleno de margaritas que siempre dicen sí. Y vive en una eterna maleta.
Es una de esas hadas a las que les gusta la música y que viven cerca de los  libros, entre letra y letra, entre palabra y palabra dibujando sonrisas, dando sustos, dando qué pensar... pero, sobre todo, lo que más le gusta es contar cuentos. ¿Y qué voy a decir de su magia? ¡Ay, su magia! Es tan azul como las rarezas de Qamar o como el pelaje de Ratón.

Tiene sus ratos pues, como bien sabéis, hay hadas con magia desde el punto de la mañana hasta que cae el sol que es cuando duermen y recuperan fuerzas. Hay otras que son nocturnas y justo en este punto del ocaso es cuando están en plenitud de facultades y su magia toma todo el poder.
Lili desde cuando está despierta o se antoje la ocasión como es el caso.

Hay varios días en el calendario que le son muy gratos: el solsticio de verano, el de invierno, el día de la primavera, el día de las hadas... pero el que más gracia le hace es el día de las bromas que viene marcado en el calendario el 28 de cada diciembre, porque ese día es el dedicado a las inocentadas, a hacer pequeñas jugarretas sin ánimo de hacer daño, el día de hacer gansadas... Se le habían ocurrido mil y una ideas para celebrarlo y hacer honor a la inocencia, aunque, en este caso, más bien a la ingenuidad. Si es que hay seres que no tienen malicia y Lili, desde su maleta, es una de ellas.
Pensó que sería divertido hacer una broma a Ratón. Con Qamar es más complicado porque, a pesar de que sale todas las noches, no siempre se la pilla, además, que ve venir antes de llegar. Ratón es de buen conformar y casi todo le parece bien asi que decidió que sería él el bastión de su jugosa broma.
Sabía que Ratón se pirra por los dulces, sobre todo por unas bolitas de anís rellenas de piñón. Se le hace la boca agua y se le cae hasta la baba por debajo de los bigotillos. Así que no lo pensó dos veces, y durante días, con mucha paciencia, fue cogiendo pequeños granitos de pimienta roja, que es la más suave, y con mucha minuciosidad los fue rebozando de chocolate y esto, a su vez, en nubes de algodón. Se tomó su trabajo muy enserio. Cuando dispuso de unos cuantos, suficiente cantidad para llenar un bonito cuenco, dejó todo convenientemente dispuesto en el alfeizar de la ventana para que Qamar le inflara un poco de frío y así las bolitas quedaran compactas.

—Quedarían perfectas con un poco de coco rallado. Parecería que están escarchadas.
—De eso nos encargamos ambas—dijo Qamar, soplando un poco y bañando las bolitas de rocío helado, como perlitas milticolores. Lili movió su varita mágica y dio a la escarcha un suave sabor a coco.
—¡¡Perfecto!! —rio la hada Lili—. ¡Me encanta!

Imagen libre de la red

Qamar sonreía. Era cómplice como de tantas cosas tantas veces.. A quién le iba a encantar la broma sería a Ratón que disfrutaba en muy pocas ocasiones de un manjar  como aquel: bombones de chocolate con una pizca de pimienta. Pero la luna no dijo nada. Prefería ver disfrutar al hada que estaba segura de que el olorcillo de las nubes llegaría hasta su amigo y este no tardaría en aparecer. Le conocía demasiado bien. Así fue. Al poco rato llegó, así como quien no quiere la cosa.

—¡Lili, qué bien huele! —exclamó, ojiplático.
—Dicen que lo que bien huele, mejor sabe. ¿Quieres probarlo?
—¡Mmmm! Sí... —Lili sonreía mientras disponía el cuenco con las bolitas sobre la mesa y luego servía un poco de té para acompañar la charla. Ratón con sus patitas se afilaba los bigotes y tragaba saliva por la emoción de devorar aquella vianda.
—Come sin miedo. Son para ti todas en realidad.
—¿De verdad? ¿En serio?
—Por supuesto —respondió Lili. intentando no carcajearse ante lo que se estaba avecinando.

Ratón tomó la primera con mucho cuidado, como si fuera un ritual que hubiera que apreciar desde el primer instante. Introdujo la bolita en su boca y saboreó. Cerró los ojos y pareció hincharse de gozo.

—¡¡Mmmm...!! —Lili lo miró algo sorprendida. Ella esperaba que protestara pero al no hacer nada, le animó a seguir comiendo. Tal vez no había echado suficiente pimienta o él estuviera disimulando— ¿Te gustan?
—¡Me encantan, Lili! Muchísimas gracias. ¡Están buenísimas! Eres una gran pastelera.
—Gracias..., gracias —respondió, perpleja. Qamar asomó por una esquina de la ventana. Miró a través del cristal y volvió a sonreír. El chocolate se pegaba a los dientes de Ratón y este se relamía de gusto.
—¿Por qué no comes tú,Lili?
—Las he hecho para ti —sonrió. Ratón le tendió una bolita y ella no tuvo más remedio que comerla. Seguramente, en aquella bola ahí más cantidad de picante que en otro o, simplemente, que a ella no le gustaba el picante.

Y así parecía quedarse la cosa. Lili pensaba hacerle una pequeña jugadilla a su amigo y este se deleitó con la ocurrencia que agradeció de corazón. Y es que Ratón es ratón pero de morro muy fino.
A veces las historias no salen como uno quiere. Salen mejor. El hada azul le contó que intentaba hacerle una broma. Ratón la miró sorprendido.

Fotografía de la red

—¡¿Una broma, Lilli?! ¡Pero si me has hecho el regalo más dulce que puedas imaginar! —exclamó, divertido. Qamar se echó a reír y, al instante, sus dos amigos estallaron en una sonora y larga carcajada.
—¡Qué inocente soy!  —rio Lili al tiempo que negaba con la cabeza.



21 de diciembre de 2018

Un año más 
y llega ese momento donde el corazón se queda pequeño 
de tantos deseos buenos que transporta.
Desde aquí, 

Ratón 


yQamar


os desean la mayor felicidad  posible y que disfrutéis de la vida que sí, es como un cuento donde cabemos todos con nuestras historias, y no olvidéis dejar libre al niño o niña que lleváis dentro porque no hay mayor gozo que saber que está vital, con su inocencia y su fuerza.

Feliz Navidad
Y
Próspero Año Nuevo 2019

19 de diciembre de 2018

Willson, el gato que odiaba la Navidad

Vladimir Rumyantsev

Qamar llevaba un buen rato observando a aquel ser de pelaje naranja y rayas más claras. Se perdía entre las sombras pero las luces brillantes, cuando se acercaba a ellas, le delataban. No tenía miramiento alguno. Dicen que gato con guantes no caza ratones pero este gato, que no cazaba ratones, sí usaba guantes, los necesarios para no quemarse cuando se dedicaba a desenroscar las bombillas que iluminaban los adornos navideños o a esconder sus huellas cuando tiraba piedras o se hacia dueño de lo ajeno, y había llegado bastante lejos armado con su cazamariposas. Sí, era un gato que odiaba la Navidad.

Qamar le tiró de la cola, dándole el alto.

—Pero, ¿qué estás haciendo?
—¿¡A ti qué te importa!?¡Métete en tus asuntos!
—¡Tú eres mi asunto ahora mismo! Vuelvo a preguntarte, ¿qué estás haciendo?
—Lo que ves —respondió el gato tirando una piedra a un abeto lleno de guirnaldas.
—¿Crees que eso está bien?
—¿Quién dice que está mal?
—Yo te lo digo —aseveró la luna—. ¿No te das cuenta de que quien ha puesto estos adornos se ha tomado su tiempo  y que lo ha hecho con buena voluntad?
—¡¡Buagh!! —bufó, zafándose del rayo de luna que todavía se agarraba a su cola.
—Y eso no es lo peor, gato...
—¡Soy Willson, metomentodo! ¡Willson!
—Usted perdone, don Willson... ¿o debo llamarle señor Willson? —preguntó la luna  con cierta ironía.
—Will es suficiente. Y ahora, métete en tus cosas que yo tengo mucha faena.
—Escúchame bien, Will —dijo Qamar,colocándose tan cerca de él que solo una inmensa luz blanca se pudiera ver ante sus ojos. Las verticales pupilas del gato se cerraron al máximo, y protestó, aunque de nada le sirvió—. Con esto que haces lo único que consigues en enfadar a mucha gente y romper sus ilusiones. Es una época en que hay un espíritu diferente. Sí, cierto, piensas que hay mucha hipocresía y te preguntas dónde estaba hasta ahora toda esa gente buena y con estupendos deseos. Los seres de buenos pensamientos no necesitan de estas luces, ni de estos adornos porque para ellos, Navidad es todos los días, pero hay otros que sí lo requieren para que despierte en ellos todo eso. Navidad es una extraña enfermedad. Surge una vez al año y tiene su propia sinfonía, su propia banda sonora... ¿Con quién pasas los días, Will?
—Con cuatro gatos que andamos por ahí perdidos. Soy un gato de la calle. Nací en ella y en ella voy a morir. Me gustaría París pero queda muy lejos. —Qamar se dio cuenta de la ironía de aquellas palabras y de la indiferencia que parecía residir en ellas pero sabía bien que bajo ellas había un alto grado de soledad, incluso de frustración. Intento sonreír mientras Willson intentaba arrancar una bola roja al abeto. Qamar se lo impidió, dibujando en su blanca cara una sonrisa que sonrojó al gato.
—Veras, hay un cuento que parece de Navidad pero no lo es, lo que pasa que sucede en esta época. Se llama Cuento de Navidad, escrito por Charles Dickens, un escritor inglés, en 1843 y llevó el título original de Christmas Carol (cántico de Navidad). Cuenta la historia de un hombre supuestamente malvado y huraño llamado Ebenezer Scrooge. Scrooge era una persona mayor y sin amigos, sobre todo, tras la muerte de su socio de empresa. Vivía en su mundo, nada le gustaba y menos la Navidad, decía que eran tonterías y quitadineros —Willson asintió—. Todos los días hacia lo mismo, sin más motivación que refunfuñar y enfadarse. Paseaba por el mismo lugar y, mientras todo a su alrededor era alegría, él se sumía en su mundo de soledad ya que nadie le saludaba aunque no se daba cuenta de que la gente le observaba con pena. —Willson, en cierto modo, se veía reflejado y dejo que Qamar prosiguiera—. Era justo los días Navidad y una  noche se le apareció el espectro de su socio para decirle que en las noches siguientes llegarían tres nuevos fantasmas...
—¡Deja..., deja, no me cuentes tonterías de fantasmas y cosas de esas!
—Como gustes pero te aseguro que la historia tiene su miga y que al final te darías cuenta que todo es mejor cuando uno es amable y generoso con los demás porque es la mejor forma de serlo con uno mismo.
—Escúchame bien, luna entrometida, sigue tu camino y brilla para esos que se pegan la noche contemplándote pero yo he de seguir con mi trabajo.
—Va a ser que yo te voy a acompañar porque no vas a robar ni fundir ninguna bombilla más, no vas a coger ningún adorno ni cosa parecida. Ahora mismo, mi querido Will, te vienes conmigo. Voy a ser tu  "fantasma de Navidad" —aseguró, cogiéndole suavemente de la oreja. Y así, como por arte de magia, lo llevó ante todos los escaparates de la ciudad, le dejo oír todas las risas y comentarios de los niños, como con ilusión se quedaban boquiabiertos ante los cientos y miles de bombillas encendidas que iluminaban la ciudad..., lo bajó hasta las humildes moradas donde a pesar de lo poco que había se vivía con cierta esperanza. Sí, le hizo revivir, en modo alguno, la pesadilla del señor Scrooge. Le dio una sobredosis de buenos sentimientos y deseos, y le metió, como a embudo, el sentido de la Navidad.

Luego de estar el tiempo sin tiempo de un lado para otro, reposaron en el alfeizar de la ventana de Ratón.

—¿Para qué me traes aquí? ¿¡No te ha sido suficiente el meneo que me has dado de un lado a otro que ya vengo mareado?!
—¡¡SShhh...!!

Willson observó a través de la ventana. Se le hizo la boca agua al ver al ratón faenando en la ratonera. Qamar le dio una suave colleja entre las oreja, tan suave que ni se le movieron los pelos. Ratón estaba tranquilo porque solo veía el reflejo de su lunita. Lo que desconocía es que la magia de Qamar había hecho invisible al gato, y este también lo ignoraba.

Ratón se dejó caer en el sillón y subió los pies al escabel. Un profundo suspiro emergió desde el fondo de su pecho. Casi hasta su alma había aleteado. Estaba cansado pero lleno de satisfacción. Su mirada se perdió en las llamas chisporroteantes de la chimenea mientras el ponche dulce de arándanos se refrescaba en la ventana, que ni era era ponche ni era dulce ni tenía arándanos pero sí estaba muy bueno y era imprescindible en cada celebración. Pronto llegarían sus amigos y todos juntos celebrarían la cena de Nochebuena.
Observo con detenimiento todos los detalles: adornos por las paredes, calcetines en la chimenea, el árbol de navidad donde estaba ya colocado el regalo para Qamar y aquel otro que le había correspondido en el juego del amigo invisible. La mesa estaba también dispuesta mientras en el horno se iba terminando de hacer el asado de esa noche.
Qamar echó un poco de rayo de luna en la jarra del ponche. Le dio un poco más de brillo y, sobre todo, de frío para que estuviera mucho más apetitoso. Luego, tocó en el cristal para llamar la atención de su amigo que, lleno de alborozo, se acercó a abrir la ventana.

—¡Qamar..., Qamar, lunita mía!
— Hola, Ratón. ¿Ya lo tienes todo listo?
—Sí... Son casi las nueve y media así que pronto llegarán los invitados.
—¿Puede sumarse uno más?
—¡Claro! Tus amigos son mis amigos... —La impresión de Ratón fue sobrerratuna.  Los ojos casi saltaron de sus órbitas con la misma pulsión que su corazón del pecho, y tanto fue el impacto que perdió su tono azulado para pasar a un blanco casi transparente. Lo que él no podía imaginar de forma alguna es que ese amigo fuera un enorme gato naranja a rayas, con unos grandes ojos claros que como luceros se fijaron intensamente en él, con una sonrisa de punta a punta de oreja que más bien, el pobre ratoncito, sintió como una cascada a punto de enjugarlo como comida.

Gato naranja, obra de Braldt Bralds

—¡No te asustes, mi querido Ratón! Es inofensivo.
— Pero... pero... —balbuceó Ratón.
—Tranquilo. No hará nada. No se lo permitiré, bien lo sabes, pero le he traído para pasar con nosotros estas fiestas y conozca nuevos amigos. Es Willson pero le gusta que le llamen Will —presentó.

De pronto, todo se tornó de un blanco azulado, como si el viento estuviera moviendo pequeñas estrellas de nieve o de hielo. Cuando aquel pequeño huracán mágico se calmó, apareció un gato a rayas naranjas del tamaño de Ratón. Pudieron mirarse de tú a tú. Ratón se echó a reír y abrazó al gato con tanta fuerza que a este se le enredaron los bigotes y las rayas se le volvieron espirales, como bufandas.

—¡Bienvenido a mi casa! Aquí tienes un amigo, Will. —le dijo Ratón, dándole un par de apretones en los hombros.

Willson no sabía bien qué decir. Todavía estaba mareado por la impresión de cambiar de tamaño. Es más, estaba confundido. Agitó la cabeza y el cuerpo esperando que fuera un sueño y pudiera despertar. Pero la realidad era la realidad. Ahí estaba, entre la luna y un ratón que le invitaba a su casa, a sentarse a su mesa  y compartir lo que tenía con él y sus amigos que también era roedores de larga cola y bigotes inquietos.

Ratón de fieltro | De la red

—Qamar... —susurró Ratón—. No tenemos regalo para Will. Todos traerán algo y él se quedará sin presente. ¿Y si le damos esta bolita?
—Ratón —intervino Will—, no te preocupes por eso —siguió, pasando un brazo por encima de los hombros de Ratón—. Tengo el mejor regalo del mundo y ese no tiene precio. No puede comprarse con dinero. Tengo amigos, de los de verdad, y una luna a la que mirar cada noche porque no va a dejar de vigilarme —sonrió con ironía—. Soy el gato más feliz del mundo... Un gato con ratonera. Pero —continuó, mirando a Qamar— antes de que salga el sol he de reponer todo ,al menos, la mayor parte de lo que he quitado para que las luces vuelvan a brillar y siga viviendo la ilusión en los corazones de todos.
—Eso está solucionado. ¿Cenamos? Tengo hambre.

Todos aplaudieron la idea. Ocuparon sus lugares alrededor de la mesa y, doña Candela, la ratita más mayor de la comunidad, fue servida la primera.

—¡¡Feliz Navidad!!
—¡¡Felices Fiestas!!

Qamar sonrió. Hizo un gesto a Ratón y se levantó de la mesa. Se despidió de todos y se acercó a la ventana. Se coló por ella y prendió en el cielo, dejando un halo de plata que lo iluminó por completo mientras las estrellas se subían a su estela para brillar más intensamente.

—Es hermosa —dijo Willson.
—Es inmensa, eterna... —apostilló Ratón antes de soltar un suspiro.
—Deberíamos tomarnos una copa de ese ponche tuyo que no sé de qué está hecho...
—Es un secreto... Por cierto, ¿te vas a quedar de este tamaño para siempre o volverás al tuyo natural?
—No lo sé, pero espero que si vuelvo a mi estado normal no sea dentro de tu ratonera —rio.

"Moonlight" | Felicia Olin



17 de diciembre de 2018

«La fantasía, aislada de la razón, sólo produce monstruos imposibles. 
Unida a ella, en cambio, es la madre del arte y fuente de sus deseos».
Francisco de Goya

"Al borde del arcoíris" | James Browne


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De mis viajes en caracola...