Aquel día no pintaba muy bien. Había amanecido nublado y, además, durante la noche había habido un poco de frío, más de lo normal. Ratón se había pasado parte de ella así que ¡achis... achis...! y suspirando como si la vida se le fuera en suspiros.
Se había costipado y ni un tazón de té de hierbas le había calmado. El ¡achis... achis...! se había convertido en ¡¡¡.... achiiiisssssss...achiiiisssssss...!!! y en un ¡¡¡Ayyyy!!
El caldo "Monda y Lironda" de la abuela sería un buen remedio aunque no le gustará su sabor. Fue en busca del Libro Mágico de las Recetas para saber si disponía de todos los ingredientes. pero no tenía los que precisaba para prepararlo. Así que, con todas las que pudo, que eran pocas, se abrigó bien y salió a la calle para acercarse hasta el mercado:
- agua de lluvia;
- una pizca de esencia de escarcha del día;
- unas hojitas de perejil;
- una pedacito de apio;
- un trocito de patata;
- un par de vainas de judías verdes;
- unas ramitas de eneldo;
- extracto de eucalipto;
- unas hojitas de hierbabuena;
- un par de semillas de ciprés.
Regresó con la mitad de las cosas así que decidió poner más de lo demás y colocarlo en un puchero grande para dejar que hirviera al fuego. Un par de horas y a reposo hasta poder tomarlo. Mientras, decidió arroparse en la cama. Se sentía destemplado y los pelos se le ponían de punta de tanto en tanto mientras unas incómodas gotitas caían de su hocico.
Qamar, que presintió que algo no iba bien, se acercó hasta la casa de su amigo. Con sus rayitos tocó en la ventana pero Ratón no le abría, así que, algo asustada, se coló por un resquicio que encontró. Sobre la cama dormía su amigo, hecho un ovillo azulado. Le acarició la frente. Estaba ardiendo y eso no era bueno. De ese modo, se vistió de noche escarchada. Con esa intención intentó bajar la temperatura del pequeño roedor. No cejó en su empeño hasta conseguirlo. Cuando su amiguito abrió los ojos se sintió más tranquila. Le tomó de una patita, mostrándole la mejor de sus sonrisas.
—¿Cómo te encuentras? —le preguntó.
—Mejor —le respondió con un hilillo de voz.
—Te traeré un poco de ese caldo milagroso.
—¡Es tan malo!
—Sí, pero es tan efectivo... —ironizó Qamar, sonriendo.
—¡¡Aich!! —suspiró, resignado.
Qamar le dio un tazón con el caldo templadito. Reticente y tapándose la nariz, Ratón se lo fue tomando. El primer sorbo no hizo nada pero es que apenas se había mojado los labios. Qamar le alentó a seguir. El segundo tampoco tuvo efecto alguno aparente. Pero de pronto, sin más, empezó a sentirse mucho mejor: más azul, más alegre... La nariz recobró ese tono sonrosado y su boca la sonrisa de siempre...
Y es que se sintió como un rey.
Qamar, vale, me tomo el caldo... pero si lo acompañas con unas croquetas... también de la abuela... :)
ResponderEliminarEste Ratoner se me ha recuperado algo bien :-) ¡Tú sí que sabes!
ResponderEliminarUn besito.
Ainnnns qué bonito, Mag!! No hay nada como los mimos y los buenos caldos tan efectivos como mal olientes.
ResponderEliminarMil besitos de feliz noche.
Ya te digo yo. No hay mejor cura que el amor.
EliminarMuchos besos y gracias.
Nadie se salva de una gripe, pero mientras haya remedio y alguien para cuidarnos todo se pasa mejor.
ResponderEliminarBeso dulce y dulce fin de semana.
Ni al más pintado de los ratones :-)
EliminarUn besito.