10 de diciembre de 2023

El rincón musical

Al otro lado del río, donde el bosque es más húmedo y se tiñe de fantásticos tonos verdes, púrpuras y ocres, habitaba una pequeñita rana llamada Diana, que es prima de Juana con quien se ve de Pascuas a Ramos porque el río es muy ancho y lleva mucha corriente —eso le dice Juana, aunque la verdad es que le da miedo mojarse los cuatro pelos que tiene.

Todas las noches, a la luz de la luna, Diana, la rana, tocaba su banyo mágico, llenando el aire con notas brillantes y melodías que parecían sacadas de sueños. Los animales de ese lado del bosque re reunían a su alrededor, hipnotizados por la música que emanaba de su pequeña garganta. Otros, como su canto era tan potente al tiempo que dulce, podían escucharla desde más allá y el sonido que les llegaba era como un susurro de hojas que los encandilaba.

No seas tímido /  @dctattoo_swe

Un día, el monstruo del bosque se acercó sigilosamente para escuchar a la misteriosa rana. Quedó fascinado por las notas encantadoras. No pudo evitar seguirla en su canción, y su dokeo resonó armoniosamente. Diana, sorprendida por la compañía del ser, dejó de tocar por un momento, pero rápidamente retomó su melodía, animándolo a seguir. Su voz era potente, grave, de tenor consumado. Juntos eran como una gota de rocío en la mañana, como un rayo de sol en el medio día de un domingo de invierno.

Pronto, otros animales del bosque, dejando atrás el temor que les producía, se unieron a la sinfonía nocturna: un búho tocaba su flauta con sabiduría, una mariposa danzaba en el aire como si fuera una flautista, y una luciérnaga resplandecía con su luz en perfecta armonía, un grillo afinaba como podía y cien hormigas tocaban palmas a medio compás.

Rana tocando el banyo@vincent_van_robot

El bosque se llenó de magia y alegría, como si la música hubiera despertado algo extraordinario en cada ser. Y así, en la penumbra del bosque, la rana Diana siguió tocando su banyo, creando melodías de mil colores y canturreando sin parar, compartiendo la magia de su música con todos aquellos que tuvieran el corazón abierto para escucharla. Bruno siempre estaba ahí, dispuesto a acompañarla porque su corazón estaba lleno de bondad. Desde entonces, en las noches de luna llena, Diana, la rana, su banyo y su nuevo mejor amigo, Bruno, al que jamás volvieron a llamar monstruo, formaban un trío cuyos conciertos encantaban al bosque entero. 

Desde que Diana abriese su corazón al monstruo, el bosque ya no fue el mismo. Su gesto desveló a los habitantes la magia de aquel ser extraordinario. Bruno ya no volvió a sentirse solo y triste, pues el encanto de Diana y sus amigos lo colmó de alegría. Tampoco tuvo que volver a protegerse en las sombras de la noche, mientras los demás dormían, para disfrutar del bosque ni alejarse hasta recónditos lugares para poder percibir los rayos del sol y regocijarse en los vibrantes colores que se dibujaban bajo él. Los habitantes del bosque conocieron la bondad que reinaba en el corazón del monstruo y la calidez pura de su alma.

Cabe decir que hasta la prima Juana se atrevió a cruzar el río a lomos del oso Ambrosio que, de paso sea dicho, aprovechaba para ponerse fino de moras, pues había descubierto un campo de zarzamoras que daban aquellas frutas la mar de exquisitas.

4 comentarios:

  1. Hoy domingo me has llevado a ese bosque donde el amor premia sobre todas las cosas, y hace que el más feo monstruo sea el Príncipe encantado, y que verdad es. Precioso, ya sabes, este rincón es mágico. Un besote, feliz día.

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  2. Hola Mag, me encanta la imagen del búho tocando la flauta, un relato lleno de magia. Fascinante. Un abrazo

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  3. Es que la música encanta a todos, hasta aquellos que en su apariencia parecen monstrous pero que en el fondo también tienen su corazoncito. Un mágico cuento como es habitual en las Caracolas...

    Beso dulce Mi Estimada Magda y dulce semana.

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  4. La música ejerce extraños y difernete influjos para quienes están atentos a ella.

    Saludos,
    J.

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